Entre tintes nostálgicos y aires de revancha, Joaquín Sabina dio el primer show de su gira por Argentina



“Qué ganas tenía de volver a mi Buenos Aires querido, porque las historias de amor no se explican con la cabeza, se sienten con el corazón” dijo el señor Joaquín Sabina ante un estadio totalmente repleto y sold out. “Vengo de Costa Rica, Lima y Bogotá pero cuando llegué a Ezeiza ya me sentí en casa” fue otra de sus frases al comienzo de la noche donde se mostró el anfitrión de un lugar que lo recibe como propio luego de seis años tras presentarse en solitario y la última vez en el 2019 con Joan Manuel Serrat.Es que la carrera del español no podría resumirse en una nota. 74 años de vida, jergas, historias, desamores, caídas y revanchas que lo marcaron donde supo ponerle música, poesía y metáforas tan precisas.“Contra todo pronóstico” es la gira que lo trajo nuevamente a Argentina y quizás como con un juego de palabras, alude a aquella caída que tuvo hace tres años en un escenario madrileño y que lo tuvo inactivo por un buen tiempo. Contra todo pronóstico, se repuso y le sigue poniendo alma y corazón a su pasión: cantarle a su público en los rincones del mundo.Es que el vínculo que se ha creado entre este y el músico es sólido y duradero. Es que los clásicos que no pueden faltar como “Peces de Ciudad”, “Contigo, “Sin Embargo”, “19 días y 500 noches”, “Princesa”, “Llueve sobre mojado”, “Tan joven y tan viejo” y tantos otros más fueron coreados y hasta semipogueados por los asistentes donde cada canción interpeló algún momento de sus vidas con las historias de Sabina.Contra el viento implacable del paso de los años, contra la resacosa marea de unos tiempos a la deriva, Contra todo pronóstico, Joaquín Sabina, de vuelta de todo y curado de espantos por viejo y por diablo, volvió y dio todo de sí a una edad donde muchos artistas deciden descansar o alejarse de los escenarios, Joaquín no admite los aires de despedida y sigue firme en los escenarios. Con una banqueta en el centro y rodeado de la poderosa banda que lo acompaña y que también oficia de pilar, el espectáculo tuvo todos sus matices con momentos emotivos tras versos sensibles que recitó el propio cantante, como cada canción acompañada ya sea de fotos de su juventud y que marcaban el paso del tiempo y vida bien vivida. Otro momento por ejemplo, fue cuando intepretó “El boulevard de los sueños rotos” con Chavela Vargas y José Alfredo Jiménez en las visuales de la pantalla gigante que lo escoltaba.Respecto a su banda, está conformada por Antonio García de Diego que es el encargado de los teclados y guitarras, Mara Barros, una verdadera diosa, la corista y compañera de Joaquín en todas las canciones y donde además también se luce en momentos solistas con “Yo quiero ser una chica Almodóvar” o en el cásico “Y Sin Embargo Te quiero”. Además, para orgullo argento, la bajista es argentina: Laura Gómez Palma, Pedro Barceló en batería, en las guitarras Jaime Asua Abasolo y Montenegro Borja y por último Josemi Sagaste, en saxo, clarinete, flauta y acordeón.Otro momento que tuvo dedicatoria especial fue con el cásico “Con la frente marchita” donde el trovador homenajeó con la canción a la exagente de prensa argentina Jorgela Argañaraz.De esta manera, con un show con tintes nostálgicos por demás, poco eléctrico y con sutiles y pocos movimientos en el escenario, el clima en general fue como el de sentarse a conversar y ver la vida pasar como en un videoclip, recapitular esos momentos de gloria y lo que quedó para hoy y la posteridad. Es que sin dudas Sabina sabe de su esencia distintiva y hace alegoría de ello. “Pastillas para no soñar” fue la canción con la que el artista se despidió y dejó al público con la energía en aumento, prometiendo entre líneas un hasta pronto con un “Hasta siempre”.Cómo continúa la giraEl recital de anoche fue el primero de cinco shows que dará el español en la Ciudad de Buenos Aires. Serán el 15, 21, 23 y 27 de marzo y ya están agotados, Sólo quedan las últimas entradas para el recital del sábado 25. Además, el 18 de marzo estará en el Estadio Mario Alberto Kempes de Córdoba y el 29 en el Autódromo Municipal de Rosario. 



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