Los desafíos psicológicos frente a la incertidumbre económica en Argentina



“Argentina tiene una tendencia a la repetición de lo doloroso”, sostiene Guillermina Rizzo, Dra. en Psicología (MN 79901). Una afirmación que resuena en la actualidad. Los primeros cincuenta días de la gestión de Javier Milei estuvieron marcados por una incertidumbre económica que llevó al descenso abrupto del nivel de optimismo y encendió las alarmas sobre el bienestar psicológico de los argentinos. En un contexto de inflación, pobreza y desempleo, la nación se ve inmersa en una trama financiera que va más allá de las cifras y alcanza las fibras más sensibles de la sociedad, repercutiendo de manera directa en nuestra salud mental.La continua inquietud acerca del porvenir económico, la disminución del poder adquisitivo y la inestabilidad financiera generan un entorno propicio para el desarrollo de trastornos tales como la ansiedad y la depresión. De acuerdo con Rizzo, estamos insertos en una sociedad donde parece imperar “la necesidad de tener todo bajo control”, un deseo que busca “prevenir sobresaltos e imprevistos, o al menos minimizar su impacto”. Desde la infancia, “se nos orienta hacia la construcción de un proyecto de vida que sigue una serie de pasos ordenados: estudiar, obtener un título, conseguir empleo, casarse, entre otros”. “Sin dudas, hay escalones prefijados producto de mandatos familiares, sociales, culturales y hasta políticos”, comparte la especialista.La vida moderna nos impulsa a aspirar a un mundo predecible y controlado. Por lo que, la psicóloga plantea la interrogante: “¿estamos verdaderamente preparados para enfrentar lo inesperado?”. Aunque a primera vista la respuesta pareciera ser negativa, una revisión detallada de nuestras vidas revela que “constantemente nos vemos obligados a recalcular, ajustar, detenernos o tomar rumbos distintos”. Según la doctora, este análisis evidencia que “siempre estamos expuestos a lo imprevisto, lo incalculable y lo inimaginable”. “Por ende, ante la incertidumbre, si no hay un manejo de todo lo que ella implica aparecen distintos cuadros: conductas: ansiedad, angustia, estrés, ataques de pánico, depresión, neurosis y muchas otras”, asegura la profesional, y prosigue: “Y si bien el país ya tiene un entrenamiento en estos vaivenes, no implica que la situación pueda ser manejada”.La crisis económica en Argentina, sin hacer distinciones, repercute en distintos estratos sociales. Sin embargo, es innegable que ciertos sectores poblacionales, como los jóvenes, las mujeres y los trabajadores en áreas más precarias, son particularmente susceptibles a las consecuencias psicológicas de esta coyuntura. En palabras de Rizzo, si bien es difícil trazar relaciones lineales, se percibe una clara tendencia: aquellos con mayores recursos tienen menores probabilidades de experimentar alteraciones o problemas de salud mental, mientras que quienes cuentan con recursos más limitados enfrentan una serie de dificultades. “Hay que observar al sujeto dentro de su contexto y ver con qué recursos materiales y simbólicos dispone”, explica.Un informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA revela que actualmente, el 44.7% de la población argentina se encuentra en situación de pobreza, y dentro de este grupo, un 9.6% vive en condiciones de indigencia. El estudio destaca que las dificultades económicas, junto con la falta de acceso a servicios esenciales y oportunidades, dan lugar al desarrollo de trastornos mentales. La incertidumbre y el estrés vinculados con la pobreza y la indigencia intensifican los desafíos en la salud mental, aumentando los casos de ansiedad y depresión.“Los grupos más vulnerables, los que viven en la indigencia y en la pobreza, son los más afectados en términos de salud mental”, afirma. La lucha diaria por la subsistencia prioriza las necesidades más básicas, relegando la búsqueda de apoyo psicológico a un segundo plano. “Quien revuelve la basura para comer no está pensando en ir a un terapeuta”, exclama. Uno de los aspectos resaltados por Rizzo es la “condena de por vida” que enfrentan los niños y niñas de 0 a 8 años que carecen de una nutrición adecuada. “Lo digo con dolor, puesto que las consecuencias de la malnutrición o desnutrición son devastadores”, comparte y sigue: “Terminan siendo víctimas de abusos, maltratos y consumo problemático de sustancias”.La lucha contra los precios: el país en una carrera por la subsistencia“Argentina enfrenta una situación sumamente compleja. Evidentemente, el país ya tenía una problemática delicada debido a una inflación elevada, lo cual genera una distorsión significativa en el desarrollo económico y político de la sociedad en su conjunto”, expresa Laura Testa, economista y asesora del Senado de la Nación, y sigue: “Se desencadenó un nivel de liberación de precios que se percibe como desmesurado, poco coordinado y carente de una estrategia inteligente”. “Las personas se encuentran constantemente en una carrera contra los precios, intentando ajustar su economía personal como si se tratara de un juego de Tetris para poder llegar a fin de mes y garantizar su subsistencia”, explica.En ese sentido, la economista agrega que desde su perspectiva, esta situación conlleva riesgos, dado que parece que la única medida adoptada fue “la implementación de un plan de ajuste en lugar de uno de estabilización”. “Por ende, parece poco probable que los precios se estabilizan únicamente a través del ajuste. ¿Cuáles podrían ser las consecuencias en términos de empleo, ingresos y seguridad financiera?”, continúa Testa.Testa comenta que la estructura económica se está reduciendo, proyectando “una caída del PBI de dos o tres puntos para el año en curso”. Este escenario afectaría directamente la generación y el sostenimiento del empleo, siendo las personas “con menores garantías jurídicas y empleos menos formales” las primeras en sufrir las consecuencias. “¿Cómo afecta esto a la salud mental? De forma directa. Aunque no cuento con formación médica, considero que el trabajo desempeña un papel fundamental como organizador de la vida en sociedad”, resalta y prosigue: “La seguridad de contar con un trabajo, un compromiso laboral y unos ingresos estables, representa un pilar crucial en la estructura de la vida. No puedo pensar en situaciones más traumáticas que la pérdida del empleo, especialmente en un entorno económico tan complejo como el actual”.Acceder a servicios de salud mental se convierte en un desafío adicional, ya que las barreras económicas y sociales dificultan la búsqueda de ayuda. “La salud en general, ya sea en el ámbito público o privado, se encuentra en una crisis importante”, afirma la economista. La liberación de los precios de las prepagas y obras sociales llevó a que muchas personas “ya no pueden afrontar los costos de estos servicios”. Aunque la salud pública sigue siendo una opción, carece de la infraestructura necesaria para hacer frente al aumento de la demanda, generando así una crisis sanitaria que afectará tanto a la salud pública como a la privada, según lo comentado por Testa.Afrontar la crisis“El gobierno tiene la capacidad de agravar las crisis o de mitigar las crisis. Yendo a un caso reciente, la administración anterior tenía una situación económica bastante catastrófica y muy complicada, pero había medidas que hacían que la gente pudiera pasar la crisis un poco mejor”, asegura la especialista haciendo referencia al Gobierno de Alberto Fernández. “Si bien estas medidas no eliminaban la existencia de la crisis, contribuían a su mitigación. La redistribución de la riqueza o ingresos, como proporcionar medicamentos y transporte gratuitos a los jubilados, tuvo un impacto sustancial en la reducción del impacto de la crisis”, apuntó y señaló que  “la situación es más caótica que antes”.Frente al complejo escenario actual, la psicóloga Rizzo resalta la trascendencia de cultivar “la compasión y la comprensión” como pilares fundamentales para hacer frente a la crisis. Plantea la necesidad de visibilizar las fuentes de ayuda disponibles, haciendo hincapié en la solidaridad y el apoyo mutuo como elementos clave en tiempos difíciles. Asimismo, subraya la importancia de “entender y aceptar la realidad de la crisis”, reconociendo la arraigada propensión argentina a repetir experiencias dolorosas. “Todo pasa y cada dos años todos los ciudadanos tienen la posibilidad de tomar examen a los máximos responsables en las urnas”, finaliza.



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