Pobre del pobre que vive en Michoacán



Pobres de nosotros, los michoacanos de a pie, los que vemos a los armados en todo instante y momento y que sufrimos la violencia de sus desmanes.
Dichoso el Silvano y su procurador Martín Godoy, que sin poner un pie en Antúnez, declaran rampantes que ahí no encuentran hombres armados, serán musarañas del infierno los que disparan con enjundia, se enfrentan a medios chiles y asustan a la gente del pueblo con sus interminables agarres, con sus papazos grotescos y con sus idas y venidas rocambolescas.
Pobres de los habitantes de Parácuaro, Michoacán, que vuelven a tener la fiesta asesina entre policías y delincuentes, esos delincuentes que el silvador Silvano no ve por ninguna parte.
Pobre hombre del señor presidente de Parácuaro, sigue siendo títere sin titiritero, ya le llegará su nuevo manipulador crystalero.
Mientras, a los que tenemos que ver por dónde transita la delincuencia y oímos sus descargas mañaneras, vespertinas, noctámbulas, madrugadoras y perniciosas de pánico, nos toca resignarnos a lo que venga, sea de los malos o de los peores.
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