La inversión en arte y cultura en la calidad de vida y en la economía


Si comprendemos que lo concerniente a la cultura y las artes para el Estado chileno, y particularmente, la administración del gobierno actual, están en la lista de prioridades como algo muy lejano, podremos, quizá, entender ciertas estrategias concernientes a la búsqueda de capitalización de un área que no pueden eliminar, pero que si pueden redirigirla a intereses prácticos para la consecución lo más cercana posible a ejecuciones técnico instrumentales sin alturas de miras. La disminución del presupuesto para el Ministerio de las Culturas y el Patrimonio, en realidad es una redistribución de los dineros dentro de un plan lo más utilitario posible. Es así que variadas organizaciones ligadas, principalmente, a las artes (Matucana 100, Balmaceda 1215, Museo Violeta Parra), de investigación anterior a la conquista (Museo de Arte Precolombino) y espacios de expresión corporal (Teatro regional Bío Bío, Teatro a Mil) han sido los que han sufrido los mayores recortes.

Parte de la redistribución presupuestaria se destinará a los fondos concursables y patrimonio. Los fondos de cultura nunca han sido, seriamente, una instancia democrática de financiamiento para los artistas -profesionales o no- de la cultura y las artes; tampoco han demostrado ser un motor de crecimiento claro en el tema. Con respecto a la posición del gobierno sobre el patrimonio, este está dirigido, fuertemente, a los bienes inmuebles. Un claro ejemplo de esto último es el llamado Plan Rescate, el cual busca generar un catastro de edificios pertenecientes a Bienes Nacionales, comprarlos y entregarlos a licitación (donde, obviamente, muchos privados están interesados). Una antesala de esto último puede verse en la rápida (y tal vez desordenada) gestión de los recursos económicos del nuevo Ministerio de las Culturas y el Patrimonio al intentar, de forma apresurada, comprar el Palacio Lyon de la ciudad de Valparaíso a la municipalidad. Este intento de negociación no ha sido transparente. El 24 de octubre, concejales y el alcalde, votaron, en forma muy apresurada, a favor de la venta del palacio. Lo que no se consideró es el tema artístico, particularmente el de las artes visuales, pues en el inmueble se encuentra la Galería Municipal de Arte, la cual no fue tema hasta que el área de cultura de la misma municipalidad y una emergente organización de artistas visuales se conformara con urgencia para rechazar la opción de venta, preocupados, principalmente, por el destino del único espacio físico municipal que queda para exposiciones de arte. Es así que el tema entró en agenda, pero es una situación en proceso.
Las artes visuales en Chile, a pesar de cierto crecimiento cualitativo y profesional de individualidades, ha tenido una constante pauperización en lo que concierne a las políticas estatales desde la dictadura cívico militar hasta el gobierno actual. Hay un desconocimiento transversal sobre la importancia cultural que conlleva el fortalecimiento en estas áreas. El patrimonio tiene muchas instancias, pero la poca (o nula) concepción que se tienen sobre el patrimonio hace parecer que las organizaciones artístico culturales con recortes presupuestarios para el 2019 no fueran parte de una malla patrimonial. Este tipo de omisiones no entiende el arte como manifestación y vinculación crítica subjetiva para el fortalecimiento estético de un “ciudadano”, con “visión” crítica de su entorno y cultura desde el desarrollo de las sensibilidades y su madurez.
Como dato, y a pesar de, personalmente, no estar de acuerdo con las industrias creativas, estas, según la Unesco son las que generan mayor crecimiento económico (superando a las telecomunicaciones) a los países y continentes que las potencian. El trabajo en cultura en Europa representa más del 50% entre los ingresos y puestos de trabajos juntos, en América del Norte más de un 40%. Estos números no son solo de las artes visuales, sino del emprendimiento y consumo cultural en general.
La reducción en el presupuesto a las instituciones, mencionadas más arriba, es una mala estrategia, tanto cultural como económicamente, considerando que, solo como inversión segura, a mediano y largo plazo se puede aumentar el gasto público en cultura, el cual, este año, se ha mantenido, según el Observatorio de Políticas Culturales, en su informe sobre el Proyecto de Ley de Presupuestos (noviembre de 2018) en solo un 0,4% del total del gasto público nacional. Según los datos de crecimiento mundial, ¿donde se encuentra una posible solución? ¿Reducción a instituciones nacionales relevantes ligadas a las artes y la cultura? ¿O un aumento del gasto público en las mismas?
El descuido de los espacios expositivos ligados a las artes no debería entrar en contradicción con el fortalecimiento de un museo de historia natural (como es el caso antes mencionado del palacio Lyon), pero la desidia, o poca importancia a la precaria posible escena de artes en Chile genera una paranoia en lo concerniente al Plan Rescate, pensándolo en la clásica y antigua inversión moderna de negocios inmobiliarios de un Estado Empresa y no en una economía integral contemporánea.
Samuel Toro es Licenciado en Arte. Candidato a Doctor en Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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