Tecnología contra el crimen: Entusiasmo con cautela y criterio



(Discurso de apertura de la X Semana de la Seguridad Ciudadana 2018 celebrada en Santiago de Chile)
Quisiera comenzar contándoles una anécdota que refleja de lo que quiero conversarles hoy.
Hace un par de años, un equipo del BID fue invitado a conocer un centro de comando y control de la policía en una localidad de la región. El Centro de Comando y Control era nuevo, y tenía unas 100 pantallas que monitoreaban en tiempo real distintos puntos de la ciudad.
Cuando estábamos allí, se activó una alerta indicando que había ocurrido un ataque.
Para nuestra sorpresa, se armó un caos tratando de determinar en cuál pantalla podían ver lo sucedido. Después de varios intentos fallidos de mejorar la imagen, no se logró identificar la matrícula del auto, lo que permitió que terminara dándose a la fuga por una de las vías más transitadas de la ciudad
Este simple ejemplo nos enseña que la adquisición de la tecnología contra el crimen es lo de menos. El desafío que tenemos es cómo potenciamos su buen uso.
La lucha contra el crimen: Más allá de la tecnología
Nos encontramos en medio de la mayor revolución tecnológica de la historia, que nos abre nuevas oportunidades de innovar en las respuestas al crimen. Pero para que esta revolución despliegue todo su potencial, debemos pensar más allá de la tecnología per se.
Como lo reflejaba mi anécdota inicial, la adquisición de la tecnología contra el crimen no es lo más difícil.  Es más complejo e importante, pensar en el ecosistema en el cual se adopta la tecnología. Es decir, tener una visión que defina su propósito, una cultura de colaboración y transparencia, y un talento humano a la altura de la innovación.
Delitos tradicionales  y delitos tecnológicos
América Latina y el Caribe enfrenta grandes desafíos en materia de seguridad. Es la única región del mundo en donde el homicidio es la principal causa externa de muerte.
Incluso en países con tasas de homicidio relativamente bajas los ciudadanos consideran la inseguridad como el principal problema. Delitos como el robo con violencia han aumentado en países del Cono Sur.  El microtráfico, por ejemplo, se ha convertido en una epidemia de nuestras ciudades.  O los famosos portonazos, como se conocen aquí en Chile.
Las nuevas herramientas digitales han sofisticado los delitos tradicionales. Para robar dinero, por ejemplo, ya no hay que robar un banco.
Las nuevas herramientas digitales han sofisticado los delitos tradicionales. Para robar dinero, por ejemplo, ya no hay que robar un banco.  Inclusive, la tecnología ha permitido ataques cibernéticos que jamás nos hubiéramos imaginado. El cibercrimen no es una amenaza del futuro para la que nos debemos preparar. Es una amenaza del presente para la que no estamos preparados.
Ante esta situación, los Gobiernos están dedicando importantes recursos humanos y financieros para combatir la delincuencia, pero no siempre con dirección, y con resultados ambiguos. De hecho, un reciente estudio del BID estimó que los países de la región asignan en promedio 5% del gasto público a las instituciones de seguridad y de justicia.  Paradójicamente, también encontramos que los países que más gastan en seguridad han visto pocas reducciones en el crimen.
En el uso de tecnología contra el crimen, ¿dónde estamos?
Pero no todo son malas noticias.  La era digital nos ofrece nuevos instrumentos que ayudan a resolver el problema más sentido de América Latina y el Caribe.  No podemos dejar pasar, esta oportunidad.
En este evento, conoceremos algunas aplicaciones de la tecnología contra el crimen.  Desde lo más básico hasta lo más novedoso, nos daremos cuenta que en la región existe una gran heterogeneidad en cuanto al uso de las herramientas tecnológicas en los sectores de seguridad y justicia.
La tecnología se puede convertir en un arma de doble filo si no definimos como sociedad para que la queremos.
Lo cierto es que no estamos comenzando de cero.
Algunos cuerpos policiales están utilizando avanzados sistemas de información para afinar sus estrategias de patrullaje. Inclusive han desarrollado potentes algoritmos de predicción para anticiparse al crimen. Por ejemplo, México logró integrar en una sola plataforma 34.000 bases de datos de más de 250 instituciones de gobierno, y que ha contribuido a mejorar la inteligencia operativa criminal.
Los sistemas de justicia no se han quedado atrás.  Varios países han buscado facilitar la  denuncia en línea, y en otros se ha comenzando por facilitar la digitalización de los expedientes judiciales.
En países como Colombia se ha ido más allá, y se está utilizando la inteligencia artificial para agrupar cientos de denuncias, encontrando en cuestión de minutos, patrones y asociaciones criminales que antes eran imposibles de identificar
Cinco elementos clave en el uso de tecnología contra el crimen
Desde el BID hemos estado por más de una década directa o indirectamente involucrados en más de una docena de reformas policiales. Hemos invertido en más de 30 programas que buscan prevenir y reducir la violencia.  Y en varios de ellos, hemos apoyado a los gobiernos en la adopción de tecnología para potenciar los resultados.
Hemos visto mucho, y hemos aprendido incluso de los errores.
Hoy, les quiero compartir cinco elementos clave para dar una respuesta efectiva al crimen y la violencia potenciando el buen uso de la tecnología:

Visión.

La tecnología contra el crimen es simplemente una herramienta, y es importante tener una visión clara para su uso. Hemos aprendido que la innovación digital es más efectiva cuando es parte de estrategias más amplias de modernización institucional, y no de iniciativas aisladas.
Por ejemplo, es común que los gobiernos adquieran cámaras con propósitos de disuasión, control o la investigación del delito.  A pesar de ser una de las opciones tecnológicas más populares, tenemos muy poca evidencia de dónde funcionan y qué impacto tienen.

Interconexión y apertura.

Para aprovechar la abundancia de datos y mejorar las respuestas al crimen es fundamental promover plataformas de interoperabilidad que permitan la colaboración entre las instituciones de seguridad y justicia.
Necesitamos también, una cultura de apertura y un claro entendimiento de los beneficios de compartir. En el sistema de justicia criminal se ha demostrado que la interoperabilidad que vincula datos de las cortes, policías, fiscalías y sistemas penitenciarios, ha permitido la impartición rápida y efectiva de la justicia.

Transparencia y ética.

Actualmente, las instituciones de seguridad y justicia disponen de instrumentos que les permiten predecir el delito, diseñar estrategias de patrullaje e incluso determinar sentencias. Algunas policías incluso ya cuentan con algoritmos predictivos capaces de identificar posibles reincidentes, a quienes monitorean permanentemente.
A raíz de esto surge un gran debate entre la urgencia de mejorar la eficiencia policial, y los riesgos que estos mecanismos suponen a los derechos humanos y la privacidad. Por ello, los gobiernos y las personas deben conocer y entender ¿Qué está detrás de estos algoritmos predictivos?, y ¿Quién los regula?

Talento humano.

La revolución digital ha puesto a disposición de los Gobiernos un volumen de datos sin precedentes. Si logramos que nuestros funcionarios recorran la ruta que va del dato a la información, y de la información a la inteligencia analítica, podremos dotar nuestras políticas públicas de perspectivas más estratégicas para prevenir la delincuencia.
Nuestros funcionarios que trabajan por la seguridad y la justicia deben tener las habilidades para detectar e investigar amenazas cada vez más complejas.
Debemos desarrollar las habilidades digitales de nuestras policías, fiscales, jueces y gendarmes para que puedan aprovechar plenamente las oportunidades que brinda la tecnología.
En el 2017, los ataques cibernéticos en la región aumentaron en un 60%, comparado con el año anterior. Nuestros funcionarios que trabajan por la seguridad y la justicia deben tener las habilidades para detectar e investigar amenazas cada vez más complejas.

Nuevas reglas del juego.

 Las normas no han avanzado tan rápido como la tecnología. Es fundamental que como sociedad nos hagamos preguntas importantes: ¿Cómo equilibramos la necesidad de mayor seguridad con el derecho de la privacidad? ¿Debemos auditar algoritmos que afectan nuestras vidas? ¿Cómo vamos a proteger nuestra infraestructura crítica e información confidencial?
La línea entre utilizar la tecnología para la prevención del crimen o para el control por parte del Estado es muy delicada. Por ello, la gobernanza digital centrada en las personas es fundamental. La tecnología se puede convertir en un arma de doble filo si no definimos como sociedad para que la queremos.
Entusiasmo con cautela
Durante el transcurso de este evento verán una cantidad de experiencias que nos demuestran que la tecnología juega, cada vez más, un rol fundamental para prevenir y controlar el crimen.
Pero tengamos entusiasmo con cautela y con criterio.
Muchas veces, buscamos soluciones fáciles al apremiante problema de la delincuencia. Es la conocida bala mágica que todo lo cura.  Ustedes, como expertos en el tema, saben muy bien que el crimen es un fenómeno complejo, que requiere de soluciones en muchos frentes.
De poca utilidad es una policía eficiente que usa tecnología contra el crimen si las cárceles están desbordadas y el sistema judicial no funciona como debería.
Pero sí puedo decir que acciones coordinadas entre los diferentes eslabones de la seguridad y justicia, además potenciadas por la tecnología, son una poderosa herramienta en la lucha contra el crimen. Usemos la tecnologia contra el crimen con optimismo y criterio. Esta es la visión integral por la cual Chile ha sido y sigue siendo una inspiración para muchos gobiernos.
Nuestro compromiso desde el BID es estar ahí, apoyarles en los procesos más difíciles y sobre todo, facilitar el intercambio de conocimiento que necesitamos.
De eso se trata justamente esta clínica de seguridad ciudadana. ¡Bienvenidos!



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