La importancia de cuidar y potenciar la montaña


Chile es un país de montañas. Parte importante del territorio nacional está compuesto por ellas y, como chilenos, debemos sentirnos agradecidos de ello: en las montañas se acumula la nieve que al derretirse provee agua en primavera y verano a la población, además de ser territorios ricos en biodiversidad, en recursos minerales, y con una flora y fauna que debemos proteger.
Por eso no debe extrañarnos que hoy exista una creciente valoración de esta zona por parte de las personas y los diversos intereses presentes en ella, sobre todo en un contexto de cambio climático. En la montaña conviven el turismo chileno y extranjero que concurren a sus centros de esquí e invernales; las actividades recreativas y deportivas como el montañismo; las actividades tradicionales de arrieros y talajeros; un creciente desarrollo inmobiliario y residencial, además de actividades asociadas a su condición de fuente de energía y de proveedora de riquezas minerales, entre otras.
De este modo, resulta necesario valorar a la montaña como un bien público de alto interés para Chile, que debe ser cuidado y desarrollado en forma sustentable, de modo de preservar sus atractivos en el largo plazo. Las montañas de Chile deben ser puestas en valor y, como sociedad debemos ser capaces de educar y propiciar un acceso responsable, seguro e inclusivo a ellas.
Alguien podrá preguntarse cómo se plantea eso desde la vereda de una empresa minera, que mantiene operaciones en la zona de montaña de la Región Metropolitana y que ha sido apuntada con el dedo como una compañía que interviene esa zona.
En efecto, en el último mes hemos sido atacados porfiadamente con información falsa respecto de nuestras operaciones en la zona de montaña, en circunstancias que no tenemos ninguna relación con el cierre del sendero de Yerba Loca al glaciar La Paloma, no realizamos tronaduras en ese cuerpo de hielo, ni en ninguno otro, y tampoco hemos construido un túnel de forma ilegal, como se nos acusa. Todo esto ha sido revisado y verificado en terreno por las autoridades pertinentes, entre ellas la Superintendencia del Medio Ambiente y el Servicio Nacional de Geología y Minas. . Insistir en aquello es contumaz, se trata de acusaciones injustas, malintencionadas y que pretenden desinformar a la ciudadanía.
¿Por qué planteamos esta posición respecto de la montaña entonces? Porque tenemos el convencimiento de que es posible la convivencia de intereses en torno a ella. Hemos comprendido que no es posible desarrollar minería sin escuchar y dialogar, que debemos ser un actor que contribuye a forjar una visión común para su desarrollo futuro. Una visión que permita a todos los intereses y actividades presentes en la zona desarrollar su potencial, de manera sustentable y armónica.
Los Bronces tiene una presencia de 150 años en la alta montaña de Santiago. Partió como una operación minera a pulso, con mucho esfuerzo, sin caminos, sin sistemas de transporte. Y hoy es una operación altamente tecnologizada, donde trabajan orgullosamente más de siete mil personas que hacen de esta operación una de las diez minas de cobre más importantes del mundo.
Aquí ha estado acompañando por generaciones el desarrollo de la ciudad; enfrentando desafíos y en ocasiones desaciertos, pero conviviendo de forma cotidiana con los habitantes de Santiago.
Creemos firmemente en que es posible trabajar en una estrategia que permita transformar a la zona de montaña de la Región Metropolitana en un referente de clase mundial en el desarrollo de actividades recreativas, que democratice el acceso a este patrimonio, y que permita la convivencia entre sus diversos intereses, con respeto a las actividades tradicionales que allí se realizan, así como a su riqueza natural y su biodiversidad.
Pensamos que cualquier desarrollo futuro de la minería deberá hacerse bajo propuestas técnicas que respeten los diversos activos e intereses presentes en la montaña. Debemos transitar desde una minería tradicional, hacia una nueva minería, más innovadora y aún más tecnologizada, capaz de adaptarse a este imperativo y así convivir armónicamente con todos en su entorno.
La construcción de ese futuro no empieza ni termina con nosotros. Queremos trabajar junto a más actores, a las comunidades que allí viven, a las actividades tradicionales que allí se desarrollan, al mundo ligado al deporte y recreación, a las empresas que allí laboran, para generar nuevas iniciativas que permitan aprovechar sinergias, y así hacer de la zona de montaña de Lo Barnechea un referente de clase mundial en actividades outdoors, convivencia entre sus diversos intereses, y cuidado de su enorme patrimonio natural.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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