translated from Spanish: Parque eólico alemán en la Araucanía: ¿beneficiará a los mapuches?

Chile es considerado un paraíso para las energías renovables. Su larga costa, sus marcados relieves geográficos y su árido desierto de Atacama, ofrecen magníficas condiciones para plantas de energía solar, eólicas e hidroeléctricas. Para independizarse de la importación de petróleo, gas y carbón, el país apuesta desde hace unos años mayormente por explotar fuentes alternativas de energía.
De acuerdo con el Gobierno, el 70 por ciento de la demanda energética debería cubrirse con dichas fuentes hasta 2050. Y eso atrae a inversionistas extranjeros. La empresa alemana wpd se propone comenzar este año la construcción del mayor parque eólico de Chile, en Collipulli, en la sureña provincia de Malleco.
Zona mapuche
En el sur de Chile habita también el pueblo mapuche. Hoy en día, la mayor parte de su territorio se encuentra en manos de empresas forestales y agrícolas.
La policía chilena actúa frecuentemente con violencia contra mapuches que reclaman la devolución de tierras. En noviembre, el mapuche Camilo Catrillanca, de 24 años, murió baleado por un policía, lo que desató protestas y muestras internacionales de solidaridad. Debido al conflicto, la provincia de Malloco es llamada “zona roja” en Chile.
En el área en que ha de erigirse el parque eólico hay nueve comunidades mapuches aledañas. La empresa alemana wpd ve en eso una oportunidad. “Otros competidores evitaron el sector”, dice Thomas Schröter, gerente de wpd Chile.
Estrategia de “aceptación social”
Para ganarse la confianza y la aprobación de esas comunidades, wpd emplea una estrategia de “aceptación social”, en colaboración con la Sociedad para la Cooperación Internacional (GIZ). Desde hace seis años, empleados de wpd visitan regularmente a las comunidades del sector. La empresa se propone diferenciarse de otras, mediante acuerdos de cooperación y proyectos sociales, según explica Schröter. “Para nosotros es una transacción, con la que compramos confianza. Hay que desarrollar una relación. No se trata de dinero, sino de confianza. La confianza se construye conociéndose y escuchándose”.
De acuerdo con Schröter, wpd invierte anualmente 150.000 dólares en esa “relación”; poca cosa en comparación con los 400 millones de dólares que la empresa piensa destinar en total al proyecto.
Muchos tienen temor
A primera vista, la estrategia parece funcionar.  Las comunidades mapuches de las inmediaciones, con dos excepciones, se han declarado conformes con el proyecto. Pero, en conversaciones con lugareños, queda en evidencia que aquellos que tienen dudas no se atreven a plantear críticas públicamente. Muchos temen quedar excluidos de beneficios entregados por la empresa o provocar conflictos con otras comunidades.
Claudio Astete, presidente de la agrupación vecinal Victoria Unida, vive en las cercanías del proyectado parque eólico. “En Chile estamos acostumbrados a que se haga callar a la gente que abre la boca”, dice. “No queremos volver a ser engañados. Quiero estar seguro de que podré algún día heredar mi pedazo de tierra a mis hijos y nietos”, indica Astete, quien está preocupado por las consecuencias a largo plazo para el medio ambiente y la salud.

¿Quién se beneficia?
Si se da crédito a lo que dice la empresa, el parque eólico Malleco llevará bienestar y progreso a la zona. Sin embargo, solo se garantizan 65 puestos de trabajo fijos durante la construcción, que tomará unos 98 días.
En Chile son las grandes empresas las que se benefician de la nueva política energética. En el caso del parque eólico Malleco, la población indígena local no tendrá participación a largo plazo en los beneficios del proyecto.
Una vez terminado, ha de producir 273 MW, lo que permitirá entregar energía a 350 mil familias, según wpd. No está previsto, sin embargo, que esta electricidad abastezca  a los habitantes de la zona, sino que ha de ser vendida a la empresa privada de transmisión de energía Transelec.
Tras las reformas neoliberales de la dictadura de Pinochet, el mercado de la electricidad está en manos privadas en Chile. La minería consume el 75 por ciento del total.

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