Un cine que cambia realidades



Ayer fue un día especial, los padres de Jorge y Javier recibieron algo que llevaban nueve años esperando: una disculpa por parte del gobierno. Y es que hace nueve años dos estudiantes de excelencia padecieron las consecuencias de una inútil guerra contra el narco; dos matrimonios se vieron en la peor andanza que se les puede dar como padres: la búsqueda de sus hijos, descubrir su homicidio y, tras esto, la búsqueda de justicia.
Recuerdo ver el documental Hasta los dientes de Alberto Arnaut hace casi un año, como parte de la gira de documentales independientes Ambulante; en dicha proyección, los padres de Jorge y el director dialogaron con los asistentes, explicaron el caso de Jorge y Javier y respondieron preguntas con la mayor disposición que he visto. Pensar en sus miradas y en su entereza aún me remueve el interior, me hizo consciente de que si queremos justicia debemos mover mar y tierra, que si queremos ver una solución, debemos sortear los obstáculos que representan muchas de las instancias que, en teoría, están para apoyarnos, pero sobre todo, no callarnos.
Sin duda, de no ser por el documental que la gira Ambulante proyectó, las voces de Rosa y Lorenzo, así como de Alberto, no se habrían escuchado, probablemente seguirían de instancia en instancia, en busca de algo que esclarezca la ejecución de sus seres queridos. Es en estas situaciones que las expresiones artísticas y las humanidades, en este caso en forma de documental, que nos dejan en claro que sí tienen una utilidad y un impacto en la sociedad.
Que el cine no tiene que ser comercial para conseguir espacio en cientos de salas y llegar a miles de espectadores, es lo que nos demuestra Hasta los dientes. Sus repercusiones son un claro ejemplo de que hay otras formas de exigir justica, de reflexionar y dialogar sobre las heridas que nuestro país porta.
A su vez, el acto de ayer presenta un escenario que creíamos invisible o inexistente en nuestra actualidad: una autoridad ofreciendo disculpas por sus actos, que asume su responsabilidad.
La relevancia que tuvo el documental de Arnaut es tal que no pierde su valor. El hecho de que el Estado reconociera su error, pidiera perdón y aclarara que Jorge y Javier eran estudiantes de excelencia, no sicarios, nos debe impulsar a exigir justicia por casos como el de los 43 de Ayotzinapa, la guardería ABC, la desaparición de los estudiantes de cine de Guadalajara hace un año, entre muchos otros que mantienen las heridas frescas de nuestra memoria.
Para que estas heridas sanen debemos hablar sobre lo ocurrido, no podemos dejar de lado todo suceso que pasará a conformar nuestra historia. Ya vimos que hablar de ello, visibilizarlo, tiene un efecto positivo; no es un camino sencillo, pero una vez que se cumple el objetivo se atan muchos cabos y se culmina una parte que nos libera, nos permite seguir en este camino tan alocado que es la vida.
“Cuando la palabra circula, la historia permanece viva. Cuando nombramos generamos presencia. Y es entonces que podemos estar seguros de que no nos han vencido.” (Erika Lederer)



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