Para reducir el plástico de un solo uso se requieren esfuerzos compartidos


No hay una fórmula mágica para reducir la contaminación por plástico en el mundo. Alrededor del planeta se toman diversas medidas para reducir los desechos del plástico de un solo uso, así como para fomentar la economía circular.
La constante en todas estas acciones es que, para tener éxito, es necesaria la participación de gobiernos (en todos sus niveles), empresas y ciudadanos.
México no es la excepción y recientemente se han multiplicado las iniciativas que convocan a todos los involucrados en el cuidado al medio ambiente. 
Prueba de ello es el Acuerdo Nacional para la Nueva Economía del Plástico firmado el pasado 5 de diciembre en el Senado de la República mediante el cual las principales empresas de la industria que producen y utilizan el  plástico en México se comprometieron, junto con el gobierno federal, el Poder Legislativo y la sociedad civil a reducir la producción de plástico de un solo uso y dar mayor impulso al reciclaje.
Tomando como base los lineamientos del documento The New Plastics Economy Global Commitment, impulsado por la Fundación Ellen MacArthur y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el acuerdo firmado en el Senado se adaptó a la realidad mexicana pero con el claro propósito de impulsar la economía circular para los productos plásticos, a través de su reutilización, reciclaje, compostaje  o aprovechamiento, reconociendo la corresponsabilidad entre productores, comercializadores, autoridades y consumidores.

En el acuerdo se establecen metas específicas para cumplir de aquí al año 2030, entre las que destacan que para ese año todos los envases y empaques sean reciclables en su totalidad, además de que se buscará concretar una tasa de acopio del 80% en PET y 45% en promedio de todos los plásticos. Además de fomentar el reuso y el compostaje como opciones de bajo impacto para el medio ambiente. 
Cabe destacar la meta de contenido de material reciclado de 30% para 2030, lo que ayudará a incrementar las tasas de acopio y reciclaje nacionales de PET, que actualmente son de las más exitosas en el mundo.
Previamente, se firmaron metas intermedias, para el 2025 se tendrá una tasa de acopio de 70% en PET y 30%, en promedio, de todos los otros plásticos y contenido mínimo de material reciclado de 20%.
También se acordó desarrollar, aplicar o participar en planes de manejo de residuos plásticos, con base en la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos y las Normas Oficiales Mexicanas correspondientes, que permitan que los residuos sean reutilizados, reciclados o compostados, así como apoyar el desarrollo de nuevas tecnologías, modelos de negocio y sistemas de acopio, recuperación o aprovechamiento.
De igual forma, se homologarán las regulaciones estatales a fin de que la separación y recolección de los residuos desde su fuente de generación sea similar en todo el país y se desarrollará infraestructura pública y privada para favorecer el aprovechamiento de los desechos en la economía, o su conversión en composta.
Para todos estos compromisos se realizarán reportes anuales de forma pública los cuales serán verificables por un tercero acreditado y aprobado.
Entre los firmantes del acuerdo está la Industria Mexicana de Coca-Cola (IMCC) que desde hace décadas ha destacado por impulsar y desarrollar una gran cadena de acopio y reciclaje de envases de PET que le ha permitido la creación de empaques sustentables y convertirse en el principal reciclador de PET grado alimenticio del país. 
A nivel global, desde hace casi dos años, lanzó públicamente la meta de un ‘Mundo sin Residuos’, que tiene como propósito para 2030 recolectar y reciclar el equivalente al 100% de sus envases vendidos, así como tener cuando menos 50% de material reciclado en todos sus envases de PET; además de que todos sus envases sean 100% reciclables para 2025.
Adicionalmente, desde 2019 la IMCC lanzó la campaña ‘Hagamos esto Juntos’, con la que busca sumar esfuerzos y fomentar una cultura de reciclaje entre la población mexicana desde la plataforma unmundosinresiduos.com 
 

El documento “Plásticos de un solo uso, una hoja de ruta para la sostenibilidad”, elaborado en 2018 por el Programa de las Nacionales Unidas para el Medio Ambiente detalla las más recientes ideas y proyectos que tienen como meta reducir los desechos de plásticos de un solo uso, además de que analiza lo que los gobiernos, las empresas y las personas han logrado para frenar el consumo de estos productos.
El estudio analiza pros y contras de prohibiciones y regulaciones sobre los plásticos de un solo uso en decenas de países, pero lo más importante es que demuestra que tomar acciones puede ser sencillo y rentable, y genera enormes beneficios a las personas y el planeta.
“Un creciente número de gobiernos está tomando acciones y demostrando que todas las naciones, independientemente de su riqueza o pobreza, pueden convertirse en líderes ambientales mundiales. Ruanda, un país pionero en prohibir las bolsas de plástico de un solo uso, es hoy en día unos de los países más limpios del planeta tierra (…). El plástico no es el problema. El problema es lo que nosotros hacemos con él. Esto significa que el peso de la responsabilidad recae en nosotros, para que seamos más inteligentes en cuanto a nuestra forma de utilizar este material”, sintetiza Erik Solheim, director ejecutivo de ONU Medio Ambiente.
Al hacer referencia a la reducción de los desechos de botellas PET, el documento destaca que en varios países desarrollados y en vías de desarrollo, se ha probado distintos esquemas de gestión de residuos, como la  Responsabilidad Extendida del Productor (REP) y el impulso de sistemas de depósito y devolución entre otras formas que han resultado exitosas de acuerdo a las realidades locales para reducir los desechos de botellas PET, al mismo tiempo que refuerzan el sector del reciclaje.
El caso de México es un éxito en el PET, sus tasas de acopio y reciclaje son las más altas del continente americano y están a la altura de Europa. México es ejemplo a seguir y el caso del PET se debería de replicar en otros materiales.

Pone como casos de éxito las experiencias en Alemania, Japón y Sudáfrica debido a que la responsabilidad de reciclar las botellas PET usadas, es asumida por los fabricantes (ya sea voluntariamente o por medidas legislativas).
No obstante, el mismo estudio reconoce que la concientización social y la educación son esenciales para generar cambios en el comportamiento de los consumidores a pesar de que se trata de un proceso gradual.
“Las estrategias de concientización al público pueden incluir una amplia gama de actividades diseñadas para persuadir y educar. Estas estrategias se pueden concentrar no solo en la reutilización y el reciclaje de los recursos, pero también en fomentar el uso responsable y la minimización de generación de residuos y desechos”, recomienda el organismo internacional.
De igual forma, detalla las herramientas de políticas para limitar, por ejemplo, el uso de bolsas de plástico tales como prohibición de un tipo particular o combinación de plásticos de un solo uso; instrumentos económicos como gravámenes a los proveedores, minoristas o consumidores, o bien una combinación de prohibición y gravamen.
Lo que queda claro es que, para evitar la contaminación por plásticos de un solo uso, es necesaria la participación de gobiernos, empresas y ciudadanos. 



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