Sinaloenses evitan cuarentena por incredulidad y falta de recursos




Sinaloa.- En la misma semana en la que Sinaloa se situaba como el segundo estado del país con mayor mortalidad por COVID-19, las playas de Ponce, de Eldorado, sindicatura de Culiacán, quedaban inmortalizadas en un video donde se puede ver a automóviles a la orilla de la playa con música a todo volumen y gente conviviendo.En él se escucha decir a un hombre «¿cuál coronavirus? Arriba Eldorado, arriba Ponce», mientras alguien más muestra la panorámica. Sin embargo, no fue el único sitio que se mantuvo sin sana distancia o el aislamiento recomendado.

En Guasave, otro video muestra a decenas de personas aglomeradas en una pelea de gallos, del fin de semana, en la comunidad de Las Quemazones, así como carreras de caballos en la sindicara de León Fonseca, en el mismo municipio.Fotografías de más de diez personas en expendios de alcohol y niños bañándose en canales, supermercados abarrotados, algunas fiestas y reuniones se unen a esta realidad. 

De acuerdo con un sondeo realizado por EL DEBATE a habitantes de diversas comunidades en los municipios de Sinaloa, la incredulidad de la enfermedad es el principal motivo por el cual los ciudadanos dijeron no seguir las recomendaciones.A esto, agregaron la necesidad de trabajar a diario para poder comer, así como la creencia de que el virus no llegará hasta su sindicatura, rancho o comunidad. En las entrevistas por municipio, se puedo conocer que en sitios como Elota se ha generado pánico por la muerte de personas que la población asocia al COVID-19. En comunidades de Angostura, El Fuerte, Choix, Mocorito y Escuinapa persiste la preocupación por el virus, pero deben seguir trabajando ante la necesidad económica. Y en ranchos o sindicaturas de Guasave, de Los Mochis, de Mazatlán, de Culiacán y de Guamúchil las actividades no solo son normales, sino que se suman actividades con aglomeraciones. 

La vida y la muerte 
Para Anajilda Mondaca, doctora en estudios científico-sociales y experta en humanidades, la omisión del aislamiento se debe en gran parte al factor sociocultural sobre la percepción que el mexicano y el sinaloense, en particular, han construido sobre la vida y la muerte; cómo se cree que la vida es para disfrutarse, venga lo que venga, y cómo se repite el pensamiento de que por cualquier cosa terminaremos muriendo.La experta atribuyó este tipo de comportamientos a que existe una indolencia, una irresponsabilidad y un sentido de que no va a pasar nada: «En las comunidades rurales, apartadas, no se tienen todas las referencias posibles por las características que tienen; que son más apartadas, que son menos población, y quizá también por ese lado las personas digan que está la sana distancia. Pero sigo pensando que es parte de esa minimización o subestimación responde al sentido de la vida y la muerte que tienen los ciudadanos». En un panorama en el que en Culiacán se han estado reportando fiestas y eventos en colonias y fraccionamientos, incluso baby showers, la experta en sociología indicó que responde a que la ciudadanía no quiere sacrificar nada o perder nada ante esta contingencia. Pero no solo depende de quienes quizá invirtieron dinero y no quieren perderlo, sino también están aquellos que han minimizado el problema y no han considerado la posibilidad de que en esa aglomeración resulten contagiados, por lo cual deciden asistir: «Es parte de ese no querer perder, no sacrificar, y aparte las personas que asisten a las fiestas, a sabiendas de que va en riesgo el que se contagien. Es una situación muy surrealista en términos de pensar o tratar de entender qué es lo que piensan las personas en términos de esta cuarentena por COVID-19», dijo. 

Playas de Ponce, en Eldorado, Culiacán. Foto: Captura de video.

Incredibilidad al COVID-19
Hiram Sosa Reyes, psicólogo social, indicó que al ser México un país marcado por la desigualdad económica, hay personas que objetivamente se ven en la necesidad de salir a la calle para trabajar y poder alimentarse; sin embargo, consideró que existe otro grupo de personas que salen por desconocimiento o inclusive ante una condición de incredulidad de la enfermedad: «Hay personas que creen que es hasta un invento», destacó.A esto sumó que la cultura sinaloense, como la mexicana, es todo, menos preventiva, y hasta que algo afecta de manera directa es cuando se le toma seriedad. El ambiente de festejo en casa, uso de bebidas alcohólicas o vacaciones es la muestra de un sentimiento de invulnerabilidad, según expuso el experto.

Peleas de gallos en Las Quemazones, Guasave. Captura de video.

Asimismo, detalló que no les interesa o no les importa lo que está pasando en torno a la enfermedad, y es porque no conocen a alguien indirectamente infectado o incluso porque no conocen a nadie que la haya padecido: «Cuando la situación se llega a poner mal, que se agudizará muy seguramente, van a empezar a reclamar medidas que se tuvieron que haber hecho, pero realmente las medidas están bastante claras, y es muy lamentable que las personas no le presten importancia, y ahí está en juego la cultura, y tanto la mexicana como la sinaloense no es precisamente de prevención», enfatizó. Creencias religiosas 
La antropóloga etnohistoriadora Stephanie Aguilar mencionó para periódico EL DEBATE que un problema en Sinaloa respecto a esta apatía sobre tomar el aislamiento es que la gente está indecisa. Dijo que algunos solo piensan en sí mismos, y otros esperan a ver cómo se comporta la mayoría.Detalló cómo en redes sociales se muestran ejemplos de que al acudir al parque o a la playa se ejerce un «acto de valentía», mientras que están los antivacunas, que hacen énfasis en la protección divina. En ese sentido, destacó que se pone a prueba la eficacia simbólica, donde algunos creen que Dios los va a proteger y que no necesitan tomar mayores precauciones de salud. Sin embargo, dijo que todo se ve reflejado en los números de infectados que día a día reportan las autoridades. Esta semana, pobladores mayo/yoremes de San Miguel Zapotitlán, por ejemplo, indicaron que no suspenderán sus celebraciones religiosas por sus creencias y por su economía.Al respecto, Stephanie Aguilar mencionó que al tratarse de la semana mayor hay un segmento importante de la población católica que está por la telepredicación, otros rezarán en sus casas, pero habrá otros católicos que eso no les convence y que no necesariamente asumen el decreto hecho por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), pero se trata de una cultura popular religiosa que tiene sus propias inercias, explicó.

 Cabalgatas en León Fonseca, Guasave. Foto: Captura de video

En la misma semana en la que Sinaloa se situaba como el segundo estado del país con mayor mortalidad por COVID-19, las playas de Ponce, de Eldorado, sindicatura de Culiacán, quedaban inmortalizadas en un video donde se puede ver a automóviles a la orilla de la playa con música a todo volumen y gente conviviendo. En él se escucha decir a un hombre «¿cuál coronavirus? Arriba Eldorado, arriba Ponce», mientras alguien más muestra la panorámica.Sin embargo, no fue el único sitio que se mantuvo sin sana distancia o el aislamiento recomendado. En Guasave, otro video muestra a decenas de personas aglomeradas en una pelea de gallos, del fin de semana, en la comunidad de Las Quemazones, así como carreras de caballos en la sindicara de León Fonseca, en el mismo municipio. Fotografías de más de diez personas en expendios de alcohol y niños bañándose en canales, supermercados abarrotados, algunas fiestas y reuniones se unen a esta realidad. De acuerdo con un sondeo realizado por EL DEBATE a habitantes de diversas comunidades en los municipios de Sinaloa, la incredulidad de la enfermedad es el principal motivo por el cual los ciudadanos dijeron no seguir las recomendaciones. A esto, agregaron la necesidad de trabajar a diario para poder comer, así como la creencia de que el virus no llegará hasta su sindicatura, rancho o comunidad. En las entrevistas por municipio, se puedo conocer que en sitios como Elota se ha generado pánico por la muerte de personas que la población asocia al COVID-19. En comunidades de Angostura, El Fuerte, Choix, Mocorito y Escuinapa persiste la preocupación por el virus, pero deben seguir trabajando ante la necesidad económica. Y en ranchos o sindicaturas de Guasave, de Los Mochis, de Mazatlán, de Culiacán y de Guamúchil las actividades no solo son normales, sino que se suman actividades con aglomeraciones. La vida y la muerte 
Para Anajilda Mondaca, doctora en estudios científico-sociales y experta en humanidades, la omisión del aislamiento se debe en gran parte al factor sociocultural sobre la percepción que el mexicano y el sinaloense, en particular, han construido sobre la vida y la muerte; cómo se cree que la vida es para disfrutarse, venga lo que venga, y cómo se repite el pensamiento de que por cualquier cosa terminaremos muriendo.La experta atribuyó este tipo de comportamientos a que existe una indolencia, una irresponsabilidad y un sentido de que no va a pasar nada: «En las comunidades rurales, apartadas, no se tienen todas las referencias posibles por las características que tienen; que son más apartadas, que son menos población, y quizá también por ese lado las personas digan que está la sana distancia. Pero sigo pensando que es parte de esa minimización o subestimación responde al sentido de la vida y la muerte que tienen los ciudadanos». En un panorama en el que en Culiacán se han estado reportando fiestas y eventos en colonias y fraccionamientos, incluso baby showers, la experta en sociología indicó que responde a que la ciudadanía no quiere sacrificar nada o perder nada ante esta contingencia. Pero no solo depende de quienes quizá invirtieron dinero y no quieren perderlo, sino también están aquellos que han minimizado el problema y no han considerado la posibilidad de que en esa aglomeración resulten contagiados, por lo cual deciden asistir: «Es parte de ese no querer perder, no sacrificar, y aparte las personas que asisten a las fiestas, a sabiendas de que va en riesgo el que se contagien. Es una situación muy surrealista en términos de pensar o tratar de entender qué es lo que piensan las personas en términos de esta cuarentena por COVID-19», dijo. 

Menores en canal de riego del ejido Manuel, en Aguaruto. Foto: Captura de video.

Incredibilidad al COVID-19
Hiram Sosa Reyes, psicólogo social, indicó que al ser México un país marcado por la desigualdad económica, hay personas que objetivamente se ven en la necesidad de salir a la calle para trabajar y poder alimentarse; sin embargo, consideró que existe otro grupo de personas que salen por desconocimiento o inclusive ante una condición de incredulidad de la enfermedad: «Hay personas que creen que es hasta un invento», destacó.A esto sumó que la cultura sinaloense, como la mexicana, es todo, menos preventiva, y hasta que algo afecta de manera directa es cuando se le toma seriedad. El ambiente de festejo en casa, uso de bebidas alcohólicas o vacaciones es la muestra de un sentimiento de invulnerabilidad, según expuso el experto.Asimismo, detalló que no les interesa o no les importa lo que está pasando en torno a la enfermedad, y es porque no conocen a alguien indirectamente infectado o incluso porque no conocen a nadie que la haya padecido: «Cuando la situación se llega a poner mal, que se agudizará muy seguramente, van a empezar a reclamar medidas que se tuvieron que haber hecho, pero realmente las medidas están bastante claras, y es muy lamentable que las personas no le presten importancia, y ahí está en juego la cultura, y tanto la mexicana como la sinaloense no es precisamente de prevención», enfatizó. 

Creencias religiosas 
La antropóloga etnohistoriadora Stephanie Aguilar mencionó para periódico EL DEBATE que un problema en Sinaloa respecto a esta apatía sobre tomar el aislamiento es que la gente está indecisa.Dijo que algunos solo piensan en sí mismos, y otros esperan a ver cómo se comporta la mayoría. Detalló cómo en redes sociales se muestran ejemplos de que al acudir al parque o a la playa se ejerce un «acto de valentía», mientras que están los antivacunas, que hacen énfasis en la protección divina. En ese sentido, destacó que se pone a prueba la eficacia simbólica, donde algunos creen que Dios los va a proteger y que no necesitan tomar mayores precauciones de salud. Sin embargo, dijo que todo se ve reflejado en los números de infectados que día a día reportan las autoridades. Esta semana, pobladores mayo/yoremes de San Miguel Zapotitlán, por ejemplo, indicaron que no suspenderán sus celebraciones religiosas por sus creencias y por su economía.Al respecto, Stephanie Aguilar mencionó que al tratarse de la semana mayor hay un segmento importante de la población católica que está por la telepredicación, otros rezarán en sus casas, pero habrá otros católicos que eso no les convence y que no necesariamente asumen el decreto hecho por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), pero se trata de una cultura popular religiosa que tiene sus propias inercias, explicó.



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