Mediciones de pobreza: ¿permiten implementar políticas sociales asertivas durante la crisis?



Señor Director:
La pandemia ha puesto en evidencia lo complejo que es determinar cúal es la población más vulnerable; es decir, que requeriría de ayuda del Estado para sobrellevar la actual crisis sanitaria y social. ¿a quién le damos la ayuda?, ¿cómo se establece el corte entre los que califican y no califican?, ¿distribuimos la ayuda por barrio, por familia o de modo individual?
Para responder estas preguntas necesitamos estar de acuerdo en la forma de medir nuestra población objetivo. Al parecer, este criterio no está tan claro en nuestro país, observando la falta de precisión para determinar a las personas beneficiarias del Ingreso Familiar de Emergencia y de las canastas de alimentos, donde han quedado personas sin ayuda o se ha beneficiado a gente que no lo requiere.
En general, los países utilizan como criterio básico la línea de la pobreza para focalizar sus políticas sociales; entendiéndose ésta como falta de dinero (pobreza absoluta) o como una disparidad entre ricos y pobres (pobreza relativa). No obstante, en las últimas décadas, los países desarrollados han comprendido la pobreza como un proceso multidimensional, que incorpora diferentes componentes, como -por ejemplo- acceso a educación, salud y vivienda. En otras palabras, se reconoce que la pobreza es más que la escasez monetaria, pero el ingreso nunca debe dejar de ser central.
Es vital comprender que los ingresos siguen teniendo una trascendencia sustantiva para la economía familiar y son un elemento clave para poder tener una calidad de vida adecuada. Chile se ha mostrado durante décadas como un país efectivo en el avance de la reducción acelerada de la pobreza por ingresos. No obstante, la línea de la pobreza monetaria, utilizada actualmente, está lejos de resolver los problemas reales de las personas. Por ejemplo, nuestro sistema define que una persona sola que vive con más de $168.000 o una familia de cuatro con más de $450.000, estaría por sobre la línea de la pobreza, pero ¿deja efectivamente de ser pobre? Al parecer habría un acuerdo, desde el sentido común, en que este monto está lejos de poder permitir a una persona vivir dignamente si consideramos los precios y el costo de la vida en Chile, donde además-en comparación con muchos otros países OCDE- todos los servicios, hasta los más vitales, se pagan.
Es así como las políticas se diseñan a partir de una medida arbitraria, que de por si no permite superar la misma condición que evalúa, las discusiones aún se centran en el nivel de ingresos que un número significativo de la población necesita para tan solo subsistir, evitando dar cuenta que los gastos de una persona o familia van más allá de una subsistencia calórica y pago de servicios básicos. La actual crisis sanitaria en este sentido ha corrido el velo de la precariedad, y también de cómo se focaliza e invierte en ella, poniendo en discusión cuánto vale vivir y criar en Chile.
Por lo tanto, es necesario resolver las siguientes preguntas: ¿cuánto dinero es necesario para que el Estado pueda asegurar la vida de una familia sin acceso al trabajo durante meses?, ¿a quiénes y a cuántas personas será necesario ayudar, dado el bajísimo umbral de ingresos que indica pobreza actualmente? Dado lo anterior, para estudiar la pobreza y conocer cómo es vivir en ella para diferentes sectores de la población, la pluralidad epistemológica es necesaria, para poder complementar el conocimiento de la pobreza con perspectivas más amplias que incluyan la experiencia de las personas. Éstas podrían ser útiles para guiar el proceso de formulación, en primer lugar de una línea de pobreza más real, que permita la generación y articulación de políticas acordes para superar esta condición.
Es así como aún faltan estudios que contribuyan a determinar, por ejemplo, cuánto necesita realmente una familia en Chile para no ser pobre y comprender cómo las personas enfrentan la pobreza en su vida cotidiana y cómo las diferentes políticas les afectan. Si no logramos como país tener esta profunda comprensión, seguiremos generando políticas poco efectivas para superar una línea de la pobreza que no representa a miles de personas que aun estando por sobre ella no logran llegar a fin de mes, lo que hoy en pandemia queda aún más al descubierto y se vuelve aún más urgente.
Firman Colectivo de Mujeres en Políticas Sociales:
Claudine Litvak, Doctora en Políticas Sociales, Universidad de Bristol
Carola Salas, Magíster en Políticas Públicas, Universidad de Chicago
Consuelo Laso, Magíster Políticas Públicas, LSE
Isabel Valdés, Doctora en Sociología, Universidad de Hamburgo
Daniela Díaz B., Magíster en Sociología, Pontificia Universidad Católica
Carolina Velasco H., Magíster en Trabajo Social, Boston College
Silvana Lorenzini, Magíster en Políticas Sociales y Desarrollo, LSE
Valentina Garrido, Magíster en Trabajo Social, Universidad de Michigan
Catalina Ortúzar, Magíster en Sociología, Pontificia Universidad Católica
Mariel Mateo, Magíster en Sociología, Pontificia Universidad Católica



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