A estas criaturas las mordeduras de animales venenosos no les afecta



Desde la dolorosa picadura del escorpión hasta la mordedura de una serpiente o la picadura de una medusa, las especies más venenosas del mundo generan temor y pueden ser muy letales. Sin embargo, hay una serie de criaturas que son inmunes al veneno y no tienen que preocuparse. En el reino de los mamíferos, animales como erizos, zorrillos, ardillas de tierra y cerdos han mostrado tener resistencia al veneno.
¿Una cura?
Algunos científicos creen que incluso la zarigüeya, que tiene un péptido que neutraliza el veneno en la sangre, puede ser clave para el desarrollo de un antídoto universal.
Las mangostas egipcias son más indiferentes al veneno que las zarigüeyas, pero sus protecciones no parecen ser transferibles, en vez de un antiveneno en la sangre, poseen mutaciones en sus mismas células que bloquean las neurotoxinas de las serpientes.
Entre los animales salvajes resistentes al veneno, las ratas de bosque son una de las especies con mayor resistencia. Y para los expertos, la resistencia al veneno tiende a ser más común en las especies que se alimentan de animales venenosos a diferencia de aquellos que son alimento para esos animales.
Depredadores y presas
Como aseguran los científicos, la resistencia al veneno evoluciona más a menudo en los depredadores que en las presas. ¿Por qué? Porque los depredadores aumentan su alimentación al incluir las presas venenosas de las que los demás temen, la clave para ellos es encontrar una manera de neutralizar ese veneno.
Eso podría pautar la diferencia entre saciedad y hambre de las especies, pero también podría marcar la diferencia entre reproducirse una vez o reproducirse cuatro veces a lo largo de su vida. La bióloga evolucionaria, Danielle Drabeck, de la Universidad de Minnesota, asegura que esas son grandes consecuencias de la aptitud de estas especies.
Un mecanismo de defensa
Más allá de los mamíferos y lagartos, también hay serpientes inmunes al veneno. Drabek sostiene que las serpientes venenosas son parte del ecosistema tanto como depredadores como presas. Todavía se sabe muy poco sobre cómo su papel como presa ha dado forma a la evolución, pero es posible que el veneno de serpientes evolucionó por primera vez como mecanismo de defensa.
Los científicos sostienen que tampoco se necesita un mecanismo de defensa molecular para derrotar a las criaturas venenosas. Algunas criaturas lo que hacen es desarrollar una piel realmente gruesa que las protege de las picaduras. Un ejemplo es la tortuga baula, que a pesar de no ser inmune al veneno, se alimenta de las medusas sin recibir picaduras.Desde su caparazón hasta su piel escamosa y su esófago, las tortugas han evolucionado para evitar que las medusas las piquen con sus arpones de veneno microscópicos.
Sorprendentemente, son muchas las especies con una naturaleza diseñada para sobrevivir al veneno letal de las serpientes, y queda claro que los depredadores tienen una ventaja mayor.



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