Empleados vuelven a oficinas en CDMX con miedo a enfermar de COVID



María de Jesús sale todos los días a las 6:30 horas de su casa en Atizapán, en el Estado de México, para poder llegar a las 08:00 horas a su empleo en Paseo de la Reforma. Durante toda la crisis sanitaria, cuenta, ella y algunos compañeros no se vieron beneficiados por el home office que en muchos lugares de trabajo se dio a los empleados, sin embargo, ahora que se ha dado luz verde para que paulatinamente los oficinistas se reincorporen a sus actividades presenciales, la mujer teme -aún más- contagiarse y llevar el virus a su casa.
“Vengo todos los días a la ciudad y tengo mucho miedo de regresar con esta enfermedad a mi casa y luego ahí en los trabajos se da mucho que ‘fulanito tiene COVID’ y cuando te enteras que ya no vino porque está en cuarentena”, dice la mujer mientras toma un descanso, después de su hora de comida, en una banca de Paseo de la Reforma.
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A diario utiliza el Metro para llegar a su trabajo y más de una vez, afirma, ha tenido que bajarse y esperar otro tren porque en el vagón en el que viaja hay personas que no traen cubrebocas o que no lo usan correctamente. Al ser ella el sustento de su familia, dice, no puede enfermarse porque si eso pasa, en su casa sus hijos no comen.
Es por ello que el anuncio hecho por el gobierno de la ciudad de permitir, a partir de este lunes, que el 20% de los trabajadores de oficinas y corporativos privados -unos 241 mil empleados- se reincorporaran a trabajar de forma presencial, fue una noticia que para María de Jesús se tradujo en un sentimiento de angustia ante la posibilidad de contagiarse de COVID.

El jueves de la semana pasada, explicó, recibieron un comunicado en el que se informaba que a partir de este lunes 26 de abril las áreas que sí fueron convocadas para hacer home office debían incorporarse a sus labores presenciales.
Incluso, afirmó que tuvo que esperar media hora en la entrada de su trabajo porque había una fila enorme de empleados intentando entrar al inmueble en el que se ubica su oficina.
“Yo pienso que no está bien, no estamos preparados. Necesitábamos más tiempo porque se tiene que ver toda la gente que se fue de vacaciones (…) además la gente que sí tuvo oportunidad de hacer home office pues pueden seguir evitando el contagio y a nosotras (que no les permitieron el trabajo en casa) pues nos facilitan el trayecto por el tráfico y también por cuestiones de salud”, consideró la mujer.
Durante un recorrido por el corredor Reforma se pudo observar que la reincorporación de oficinistas a sus labores presenciales cotidianas no significó un cambio radical en la dinámica de la zona, pues de acuerdo con testimonios recabados, muchos de los trabajadores ya habían retomado sus labores presenciales desde febrero pasado.
Andrés, por ejemplo, luego de pasar cinco meses haciendo home office fue convocado a partir del 15 de febrero a regresar a su oficina.
“La verdad me fue un poquito difícil (volver a la oficina), es difícil volver a adaptarse porque la gente estamos temerosos (sic) de un contagio en el transporte público… el Metro es la muerte”, sostiene.
Sí quisiéramos, pero nuestro trabajo no se puede en home office”. Muchos trabajadores no han dejado de asistir a su sitio de trabajo durante la contingencia.
Un modelo híbrido, en el que media semana pudiera hacer trabajo en casa y otros días ir a la oficina, compartió, sería lo ideal, sin embargo, no ha sido una opción que les haya ofrecido la empresa en la que labora.
Érik Rivas y Guadalupe, oficinistas en la colonia Cuauhtémoc, desde inicio de la pandemia han trabajado en un modelo mixto, en el que han podido combinar trabajo presencial, al hacer guardias una o dos veces a la semana, con trabajo en casa, y aunque este modelo ha sido benéfico para ellos, el regreso a las oficinas de una parte de los trabajadores les genera incertidumbre de contagiarse.
“Andamos con miedo, sin duda, pero también entendemos que la vida debe seguir”, dice Erick.

Rogelio García es limpiador de calzado desde hace 35 años. Siempre ha trabajado en la esquina de Génova y Paseo de la Reforma, en la Zona Rosa.
Entre julio y agosto del año pasado tuvo que dejar de trabajar porque se enfermó de COVID, y aunque desde septiembre pasado retomó su trabajo y en las calles se observa mayor número de personas, él no tiene empleo.
“Ahorita hay mucha gente pero los que regresan a oficinas vienen con tenis, vienen con otra ropa de vestir, entonces el trabajo lo tenemos bajo”, cuenta al terminar de atender a su segundo cliente del día a las 14:40 horas.
Rogelio García, boleador en Reforma, asegura que la afluencia de trabajadores en la zona no incrementó notablemente con la reapertura de oficinas privadas.
“Ya regresaron a oficinas pero todavía la gente no se acomoda en su forma de trabajar y de vestir (…) ahorita llevo dos boleadas… ni para comer un taco he sacado”.
De acuerdo con el gobierno de la Ciudad de México, además del 20% de las oficinas y corporativos privados, este lunes retomaron actividades mil 395 salones de fiestas para eventos infantiles y 90 baños públicos y vapores, que en su conjunto suman 251 mil 915 personas que volvieron a trabajar de forma presencial.
El regreso de estas actividades significa la apertura económica en la ciudad en un 99%, de acuerdo con un comunicado emitido por la Secretaría de Desarrollo Económico local (Sedeco).
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