El Fuerte, Sinaloa.- Ahí, entre los vestigios de caseríos que emergieron de la presa Miguel Hidalgo ante la intensa sequía que sufre Sinaloa, el sacerdote José Luis Ávila oró por que lleguen las primeras lluvias a El Fuerte, que traerán vida a los valles de la región.
Luego de caminar unos metros entre la tierra seca antes bañada y sumergida por las cálidas aguas y grandes caudales de los temporales, el padre clamó a Dios en la antigua iglesia para que terminen las inclemencias del tiempo que mantienen en zozobra a los pueblos ribereños de la presa conocida como El Mahone, pues la mayoría viven y mantienen a sus familias de la pesca, pero también de la ganadería y la agricultura.
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La travesía
Para llegar al pueblo que quedó bajo las aguas con la construcción de la presa Miguel Hidalgo, que fue puesta en operaciones en diciembre de 1956, el padre José Luis y un grupo de feligreses viajaron un tramo en lancha e hicieron un recorrido a pie en las soledades del lugar, donde solo se escuchaba el ruido del viento, pero también donde se sentía la nostalgia por un pasado añorado del que a pesar de que han pasado más de 60 años bajo el agua, aún se mantienen firmes algunas construcciones y hay huellas palpables, tangibles, como el panteón, casas y la antigua iglesia.Estado de las presas
Al día de ayer, la presa desde donde se elevó una oración al cielo, El Mahone, por ser el pueblo que quedó bajo las aguas de la obra hidráulica, almacenaba 152.3 millones de metros cúbicos, lo que la ubicaba al 4.6 por ciento de su nivel de conservación.En tanto, la presa Josefa Ortiz de Domínguez mantenía un almacenamiento de 72.4 millones de metros cúbicos, colocándose con esta cifra en un 14.2 por ciento de su nivel de conservación.Mientras, la presa choicense Luis Donaldo Colosio guardaba hasta ayer 508 millones de metros cúbicos, lo que la ubicaba al 18.8 de su nivel de conservación.
Choix, entre la sequía y la indiferencia para saciar su sed
