Pauta y machismo: ¿por qué incomoda tanto la nueva ley de equidad en los medios?


Después de un jueves histórico en el cual la Cámara de Diputados de la Nación votó dos proyectos que amplían derechos para las mujeres y las disidencias, esta nota. La Equidad de género en los medios de comunicación y el Cupo Laboral Travesti Trans mantuvo en vilo a cientos de personas durante toda la madrugada. La primera se convirtió en Ley y la segunda obtuvo media sanción. Y si bien parecía que iba a ser fácil tratar estos temas, hubo resistencias. Nos vamos a centrar en la flamante ley que obliga a los medios de comunicación públicos a garantizar equidad de género porque hay muchísimas cosas que decir al respecto. La necesidad de escribir sobre esta ley surge por la presiones que los grandes medios de comunicación ejercieron sobre los diputados y diputadas que realizaban la sesión en el Congreso. Y también para argumentar por qué era necesario este derecho, ya que el discurso de la meritocracia no descansa y creer que las mujeres y dicidencias rienen las mismas oportunidades que los varones, es una falacia. Para eso hablamos con la periodista Florencia Alcaráz, una de las directoras de LATFEM, medio de comunicación feminista que fue parte de la creación de este proyecto que hoy es ley y que le cambiará las condiciones de trabajo a muchísimas personas en los medios de comunicación. Argentina, vanguardia 

Para empezar hay que destacar que nuestro país es el primero en el mundo en tener este derecho y que si bien el 65% de las personas egresadas de carreras de comunicación son mujeres, solo el 30% accede a un puesto de trabajo en los medios. “Es una ley inédita. No hay una experiencia similar en ninguna parte del planeta y eso va a marcar un hito a nivel regional y global. Es una ley que parte de un piso de reconocimiento que es interesante. El Congreso reconoce que esa desigualdad estructural de representación en los medios de comunicación existe y es un problema. Y que es importante repararla para poder combatir las violencias machistas. Además, es una ley que no es punitivista. No castiga, incentiva a los medios a que sean más equitativos y plurales”, sostiene la directora de LATFEM. Y aunque lo que dice al final parece ser algo positivo, para los grandes medios de comunicación no lo fue tanto. ¿Por qué? Porque la ley indica que si cumplís con al menos cuatro de siete requisitos de equidad en tu medio de comunicación, el Estado otorga un “premio” o un “reconocimiento” económico a través de la pauta oficial. Y, al parecer, algunos de los gigantes aparatos de comunicación de nuestro país se niegan a la equidad y, por ende, no cobrarían este “beneficio”.  “Si el patriarcado es corporativo, los grandes medios son doblemente corporativos, por su composición, su naturaleza y porque son patriarcales. Le escuché decir muchas veces a Luciana Peker que los sindicatos y los medios son los espacios con más resistencia a las transformaciones feministas de los últimos años y creo que es así. En este proyecto en particular hay un tema con la pauta oficial porque se trata de premiar a los canales que respetan esta equidad. Busca promover la equidad, digamos. Y si ellos cumplen se les da un certificado de equidad y pueden verse más o menos beneficiados en función de la equidad que vayan cumpliendo año tras año respecto a la pauta oficial. Y ese era el problema principal. No estaban dispuestos a perder pauta oficial en función de la equidad”, explica Alcaráz. No sólo la equidad, mi cielo
Pero además de promover con dinero la contratación de mujeres y disidencias en al menos la mitad de los puestos, esta ley aplica capacitaciones de género y la aplicación de protocolos ante acoso y abuso sexual en los espacios de trabajo. Si sos periodista, sos mujer y estás leyendo esta nota, seguramente no haga falta contarte la cantidad de situaciones de abuso de poder y acoso sexual que se vive en nuestros contextos de trabajo. “Las restisnecias tienen que ver no solamente con que se está hablando de impulsar la participacion de mujeres, travestis y trans en los trabajos sino que además estamos modificando estructuras de trabajo y nos estamos metiendo con una regulación de la equidad, porque ahora los medios no pueden decir ‘Bueno yo tengo una editora de género entonces listo´’, ahora lo que dice el Estado es ‘No, yo te voy a decir cuándo estás cumpliendo con la equidad’, y ese es el problema. Que el Estado regule ésto y que establezca un principio de equidad para poder determinar si realmente estos medios están cumpliendo”, sostiene la periodista.Si bien tener y contar en los distintos diarios y medios audiovisuales con una persona que pueda aplicar perspectiva de género es un avance, las estructuras desiguales en estos espacios de trabajo son complejas y, en muchos casos, consientemente machistas. De ese 30% de mujeres en los medios, sólo un cuarto de ellas logran acceder a puestos de poder y ese acceso no garantiza siquiera el respeto merecido para habitar esos espacios. Muchos de los varones aún se niegan o les resulta dificultoso aceptar órdenes de una mujer. Aún así y más allá de los casos individuales, la resistencia es por las estructuras. “El problema es que esta Ley impulsa políticas de cuidado y obliga a los medios públicos y premia a los privados a que, por ejemplo, tengan lactarios, guarderías, protocolos sobre violencia y acoso. Entonces todo ese combo es lo que molesta, porque nos estamos metiendo con una estructura muy cerrada y corporativa que tiene sus propias reglas y que no acepta las reglas estatales pero sí las del mercado”. Que los pisos no sean techos

En 1991 los movimientos de mujeres y feminismos tuvieron que generar una ley que obligue a todos los partidos políticos a tener mujeres en sus bancas. Lo que era un piso del 30% se convirtió en un techo. Todos los partidos sólo tenían el 30% de mujeres para cumplir con la ley. Luego, ese cupo se transformó en paridad y desde el 2018 ese 30% es un 50%. Cada vez que se habla de paridad o de cupo, surge la meritocracia como eje de discusión. Pero el acceso a esos espacios es el problema porque la subestimación o la discriminación que sufren las feminidades en esta sociedad, funcionan como techos de cristal o pisos pegajosos.La desigualdad estructural a la que nos enfrentamos por ser feminidades, no nos permite acceder a puestos de poder y muchísimas veces siquiera soñar con tener un trabajo registrado. Recordemos que la maternidad y el trabajo no remunerado son escollos reales y complejos que persisten y dificultan el acceso a un salario digno. “Por suerte en este caso, al menos en el Congreso, el fundamento de la meritocracia no fue foco de resistencias. Evidentemente es tan notoria la desigualdad en nuestra participación dentro de los medios que no existió ese debate. Además logramos cambiar el foco y poder esquivar los conceptos de cupo y hablar de equidad, Porque estamos construyendo otra narrativa más interesante, y si bien “cupo” y paridad” fueron muy útiles en su momento para conseguir derechos, la paridad esconde el problema de lo binario. Varones y mujeres y nada más. En esta ley utilizamos el concepto de “equidad” que abre el abanico a otras realidades y géneros”, afirma Alcaráz. Contra todo pronóstico, el proyecto que nació de varios grupos de periodistas feministas cansadas de la invisibilización de nuestras voces, de las coberturas machistas o del lenguaje sexista de la mayoría de los medios mainstream de comunicación, hoy es ley. Y cumplir con ella, un deber para lo público y un incentivo para lo privado. Nada mal, ¿nocierto? 



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