Camila Sosa Villada: “La masculinidad se cimenta sobre un corazón roto y yo me negué a hacerlo”


Es ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz pero su viaje inició mucho antes. Nació en  La Falda (provincia de Córdoba), y detalles de su infancia los cuenta entre sus novelas. Pero sin dudas Las Malas, fue un punto de inflexión. La gran invitada a Caja Negra, el ciclo de entrevistas de Filo.News, es Camila Sosa Villada, lista para romper el hielo frente a Julio Leiva.

¿Qué cambió desde la publicación de esa novela, un relato íntimo que se convirtió en éxito literario? “El dinero. Ahora soy rica, ahora tengo mucho dinero, hubo una riqueza sobre una pobreza estructural además, es decir, como travesti de hace muchos años soy una travesti empobrecida que es un trabajo que han hecho muy bien las sociedades y los gobiernos latinoamericanos, entonces vivo muy bien pero no me puedo comprar una casa por ejemplo, no tengo ninguna propiedad, no tengo auto y pago ganancias como no paga ganancias nadie en este país, pago una fortuna de ganancias todos los meses. Pero sí cambio para bien en el sentido de que ahora no me tengo que preocupar por comer, por pagar el alquiler, por comprarme la pasta de dientes. Eso fue lo mas importante que sucedió con Las malas. Y lo otro fueron las tetas, que me puse las tetas el año pasado gracias a ese libro”, responde.Y no es menor. Entre las páginas de su novela, Camila cuenta experiencias personales desde las caras de la violencia y el empoderamiento del trabajo sexual y sentir el abrigo de sus compañeras, y también las carencias; mediante una prosa ficcionalizada, representativa y teatral. 
“No le rindo cuentas a nadie. mi vida es mia”, Camila Sosa Villada en Caja Negra.

“Los ricos dicen que se puede ser rico con muy poco y que se puede ser pobre con mucho dinero, bueno eso es mentira. Rico es el que tiene un lugar adonde volver, que no tiene que preocuparse por renovar un contrato. Aca en capital tengo amigos que alquilan y pierden el pelo, quedan calvos cada vez que tienen que alquilar. En Córdoba pasa mas o menos parecido, ser rico es tener mucho dinero, no hay otra”, reflexiona.”Siempre fui una rebelde, no me interesa gustar o caerle bien a nadie, salvo a los tipos, a los hombres, salvo a mis amantes. Después me paso muchas horas de mi vida rechazando invitaciones, diciendo que no a muchísimas propuestas. Sí me cambió la manera de pensarme a mí como escritora por las entrevistas que yo tuve que hacer desde que salió el libro hasta ahora, me obligaron a pensarme a mi como escritora, a tomarme en serio respecto al trabajo que hago como artista”, expresa.
Cuenta que viene de una familia “creyente” (y no precisamente en términos católicos-cristianos) y cuánto de eso plasmó en Las Malas, involucrando al personaje de la Tía Encarna y la relación con el hijo de la Difunta Correa, algo que incluso tiene que ver con su padre. “Uno de los pocos intereses que tenía, era el poder hablar de las travestis en términos más espirituales si se quiere, poder hablar por ejemplo la religión umbanda es una de las religiones que más adeptas travestis tiene, que más practicantes tiene porque es una de las pocas que nos soporta. Entonces me llamaba mucho la atención ese contacto con lo mágico”, menciona.Alguna vez, Camila contó sobre su padre que “su misión era criar un hombre” y era lo que tenía que hacer y en lo que sentía que fallaba, como la sociedad te prepara, en relación a las crianzas patriarcales, de acuerdo con el modelo cultural en el que estamos insertos. “Sí, es la tarea que tienen todos los varones, hacer un hombre. Una tarea ingrata además y dolorosa para un padre porque tienen que poder romperle el corazón a su hijo muy temprano, es decir la masculinidad se cimenta sobre ese corazón roto y yo me resistí, me negué a hacerlo. Y trabajaba, hacía todas las tareas de hombre que me daban, cavar la tierra, levantar piedras, hacer mezcla para las paredes de nuestra casa, me mandaba a vender helados, a vender pan casero, me mandaba a folclore a zapatear, a hacer malambo y sin embargo pudo otra cosa, pudo otro poder”, analiza.“Si sos travesti vas a morir sola”, le decía ese mismo padre, palabras que para Camila también sirvieron de regalo. “Yo creo que es un regalo, que el verdadero regalo es la soledad y poder estar en paz estando sola, despues pensandolo en los términos que él me lo decía que yo no iba a encontrar pareja, que yo iba a envejecer sola, que no iba a tener a nadie con quien apoyarme por la noche o resistir los embates de este mundo. Ahora mismo digo que bueno que paso, que bueno que eso se cumplió porque yo estoy tan bien sola. No le rindo cuentas a nadie. mi vida es mia”, asegura.¿Por qué la belleza y el amor son agotadoras?
Hoy gracias al avance de diversos colectivos, las miradas cambiaron. Sin embargo, del mismo modo y casi como en la otra vereda, las imposiciones de belleza y los estereotipos sobre cómo sentir y vivir el amor continúa abrumando desde los medios, las redes sociales, y el mercado. Esta pregunta para Camila abre un universo de anécdotas, recuerdos y reflexiones. “La belleza para las travas, para mí, era agotadora porque yo durante muchos años me saque los bigotes y la barba con una pincita de depilar, me pasaba una hora y media frente al espejo todos los días, haciendo esto, lastimándome la piel. Hormonándome con todo lo que eso significaba, tratando de borrar todo lo que fuera masculino de un cuerpo, que era además lo que me gustaba hacer y lo que me gusta hacer, es decir, ahora los tiempos cambiaron un poco. Hay otras expresiones que reniegan de la normalidad, están los no binarios, las mujeres trans. En ese momento las travas hacíamos un viaje muy diferente que se le escapa a mucha gente yo creo. También creo que estamos desapareciendo las travestis de ese entonces, que cada vez quedan menos, que no se las ha reparado. Que no se les ha devuelto nada de lo que se llevaron, por eso cuando empezamos te dije yo soy una travesti empobrecida y eso no se puede ignorar, no fue solo una cuestión de identidad, era absolutamente económico”, señala.”Y el amor es agotador, porque los hombres, al menos yo, que soy muy paqui, yo, que soy muy heterosexual, los hombres son muy pelotudos. Con la travas, sobre todo, con las travas más todavía. Ahora que hemos empezado a estar un poco más en la boca de todos y que bueno, un poco estamos de moda y la visibilidad entonces arman un elenco y siempre tienen a dos chicas trans paradas como muebles, pero las tienen. Bueno, ellos coquetean con el peligro, es como acercar la mano al fueguito un rato para sentir calor y después salen corriendo. A mi me pasa mucho también esto de bueno, esa admiración que es como un poco erótica, como que se calientan, pero no me garchan. Entonces sí me resulta agotador el amor por eso. Yo tengo charlas con amigas porque te invitó, pero te dijo pero al final terminó haciendo otra cosa y después hizo tal otra, ¿y qué…? Y toda nuestra vida pasa por explicarnos qué le sucede al otro en vez de preguntarnos qué nos pasa a nosotras. ¿Viste? El concepto de inmanencia es súper importante y está completamente soslayado”, añade.Cansada y enojada
Ahondando aún más, otro tema de debate: el lenguaje inclusivo, ¿qué opina como escritora, y a su vez desde su lucha personal? 
“Que… Yo luego voy a ser carne de cañón en las redes. Pienso que es muchísimo trabajo y que no provoca lo que debería provocar. ¿Sabes? La gente se pone muy violenta con él y anula completamente. Es decir, yo puedo pararme y decir algo muy inteligente y decir ‘todes’, entonces dicen todos bueno, listo, cancelada. No la escucho más. ¿Entendés? Después me parece que es un rollo de la clase media que cuando hablás con.. Yo, que hablo con un par de trabas más viejas y que se yo, ‘Peeero, a mí decíme todas o todos’. Incluso me resulta súper ofensivo cuando me tratan en lenguaje inclusivo porque además yo sí soy binaria. Yo sí quise hacer ese pasaje del cuerpo de un varón a la imagen de una mujer. Entonces, bueno, de todas maneras sí me resultó interesante como práctica lingüística, es decir, tenía que pensar, ¿no? Antes de hablar tenía que decir bueno, a ver cómo es ‘todes’, para qué se aplica, para las personas. No se puede decirle a un objeto “esta mesa es negre”, ¿entendés? Bueno, todas esas cosas me sirvieron, incluso mi papá se lo preguntaba en algunos momentos. Es decir, a ver, cuando se usa todes, cuando se usa todos, cuando es todas. Ahora yo digo todas. Ahora yo hablo solo en femenino cuando hablo en plural”, menciona.El enojo, la bronca, son algunas de las emociones de las que nos agarramos para que empiece a brotar la rebeldía, el deseo de transmutar y cambiar, de liberarnos. ¿Qué piensa la artista?”Estoy enojada por una especie de desprecio sobre el cuerpo del otro, sobre lo que el otro es. Está todo puesto acá. La patria es el otro. Ay, los pobres, las pobres también abortan. Hay que ser buena, hay que salvar las dos vidas. Con mis hijos no te metas. Bla, bla, bla. Y nadie piensa que esas criaturas también pueden pensar, que las pobres también pueden decidir, que las travas también pueden decidir. Eso es muy violento. Y nunca me banqué un matón. Jamás. Ni en mi viejo, que era un gran matón en la familia. Ni a mis hermanos, ni a mis compañeros de escuela, ni a ningún matón que se me acercara y me dijera vos tenés que hacer esto porque esto es así y no hay otra alternativa al respecto. No me lo fumo a eso. Eso sí, me enoja muchísimo de pensar que con frases vacías ya de contenido de tanto repetirlas, puede dársele la importancia que se le tiene que dar a un cuerpo”, sostiene.”Yo vengo aquí a Buenos Aires y yo tengo la sensación de que hay mucha gente que está muerta. De que están caminando como zombis por la calle. Y veo jóvenes que se han alejado de cualquier expresión vital. ¿Sabes? Esas muertes son muy peligrosas. Yo a veces me he sentido así cuando me han dejado de querer, cuando he sentido que ese amor me lo extraían, sabes, que yo lo tenía conmigo y de repente me lo sacaban y ya no lo tenía más. Lo siento, a veces, cuando estoy alienada en el trabajo, es decir, cuando estoy sobrepasada de trabajo. Yo creo que el trabajo también es una forma de morirse. Es un invento de mierda. Todos podríamos estar ahora en una playa o o comiendo frutos, ¿sabes? Cantando y pasándola muy bien. Esa es una puerta que se cierra, oye”, asegura.”Ser travesti es una fiesta”
“Sí, soy muy divertida. Igual yo no lo digo, lo dice un personaje en Las malas. Después Juan, como hizo ese prólogo que fue por el que yo me enojé con él, el retomó esto de la furia y la fiesta. Yo no sé que es la furia y la fiesta travesti. Eso es algo que dijo Lohana alguna vez, que después lo repitió, como tantas frases que se dicen que dice Susy Shock viste, mi derecho a ser un monstruo, el no quiero ser más esta humanidad y todo lo demás. Bueno, yo no tengo la menor idea de que es eso, pero sí sé que lo divertido es poner en peligro todo lo que hay alrededor. Hacer tambalear un poco, poner patas para arriba todo lo que hay alrededor que se piensa que está bien y me parece que las únicas que podemos hacerlo somos nosotras. Nosotras, las travestis inadaptadas, las fracasadas, las que nos gusta el fracaso, además. Podemos hacer que las personas se incomoden con nuestras piernas, con nuestras tetas. ¿Sabés?  Pero digo bueno, algo que se pone en peligro es algo muy divertido”, cierra.Hacia el final de la entrevista se abre la caja. Comienza un desafío inesperado. Semana a semana una figura se someterá al living para dialogar y reflexionar. Y vos, ¿te animás a recordar qué momento hizo un click en tu vida?



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