La relevancia de generar espacios de trabajo intergeneracionales



Sabemos que la población en Chile está envejeciendo. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que para el 2050 Chile tendrá casi un cuarto de su población por sobre los 60 años. Lo anterior, representa desafíos para toda la economía chilena, pero particularmente para el mercado laboral, el que tendrá que absorber y aceptar a trabajadores y trabajadoras con una edad promedio cada vez mayor. El 2018, la edad promedio de una persona que trabajaba era 44 años; asimismo, el 2019 se duplicó la cantidad de personas mayores ocupadas respecto del 2010. En 2020, el 23% de los y las trabajadoras ocupadas correspondía a personas entre 55 y 64 años, siendo este el grupo más relevante del mercado laboral. En este escenario, todo indica que la tendencia a permanecer activos y activas laboralmente hasta edades más avanzadas se mantendrá.
Así, se hace relevante preguntarse por las oportunidades existentes dentro del mercado laboral para las personas mayores, y sobre la visión que se tiene respecto a este segmento etario dentro del mismo. En SeniorLab UC, dentro del trabajo que ha realizado en el contexto del proyecto “Empresas con Experiencia”, financiado por el Gobierno Regional Metropolitano, hemos detectado la existencia de prejuicios y estereotipos negativos sobre las personas mayores en los ambientes laborales, destacando aquellos asociados a la flexibilidad y adaptabilidad de los y las trabajadores mayores. No obstante, en el lado positivo, se resalta su compromiso y responsabilidad. En consideración a ello, se ha dado relevancia a la importancia de generar espacios intergeneracionales, en donde las personas se puedan conocer y relacionar, derribando prejuicios y sin mirar la edad. No obstante, resulta complejo crear espacios intergeneracionales en entornos que no son amigables con la edad, física y socialmente. Es esto último, precisamente, lo que termina por limitar las oportunidades de crecimiento y movilidad de las personas mayores en el mercado laboral.
Las organizaciones en Chile, entonces, requieren ajustar sus prácticas de inserción, desarrollo y retiro, así como sus capacitaciones, beneficios, y sus culturas organizacionales, para transitar hacia ser amigables con la edad, teniendo en cuenta que este cambio es necesario para ser sostenibles hacia un futuro en que un cuarto de la población tendrá más de 60 años. Hay empresas que ya han avanzado en esto, y que, consecuentemente, han logrado obtener los beneficios de las relaciones intergeneracionales: ambiente laboral diverso, procesos de inducción más efectivos, y procesos de salida más acompañados/informados. No obstante, aún queda camino por recorrer en la institucionalización y maduración de estas acciones.
Asimismo, la realidad nos muestra que las personas mayores en Chile se encuentran empleadas informalmente en una proporción mayor que en otros segmentos etarios, lo que revela la falta de oportunidades en el mercado laboral formal. Por ello, es importante que estos cambios se inicien ahora, enfrentándonos a los desafíos de hoy, y evitando problemas futuros que amenacen la sostenibilidad de las empresas. No se trata de alargar indefinidamente la vida laboral de las personas, ni mucho menos de obviar los desafíos que existen hoy en términos de ingresos percibidos por las personas mayores, sino de asegurar que para aquellas personas mayores que quieran trabajar, indistintamente de las motivaciones que tengan para ello, puedan hacerlo y tengan iguales oportunidades y condiciones que sus pares con menor edad.
 
 
 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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