No podemos ni debemos seguir así

Cada día amanecemos más horrorizados por la violencia irrefrenable y la creciente ofensiva contra las mujeres. Así, los crímenes cometidos contra dos mujeres que fueron quemadas vivas, nos remiten a escenarios verdaderamente dantescos. Veo igualmente en estas atrocidades, diversas motivaciones y consecuencias que ahora abordo:En primer término, la proliferación de una sicopatía individual y social que nacen desde luego de una desvalorización de lo humano pero también de esa criminal omisión que proviene de las autoridades que reinciden en la corrupción, la negligencia y la impunidad, pues conflictos de la vida cotidiana que debieran desembocar en acuerdos y compromisos ciudadanos cuando son debidamente encauzados por las propias instituciones públicas, derivan en asesinatos imperdonables.Ahí está el caso de Margarita Ceceña, quien por la disputa de una vivienda sufrió esas consecuencias por parte de sus demenciales agresores, y asimismo Luz Raquel Padilla que fue atrozmente agredida, rociada de gasolina e inmolada por un asunto de carácter vecinal, como si fueran réplicas trágicas que nunca más deben repetirse. Ambas mujeres, con hijos, cabeza de familia y sin que nadie las defendiera, lo cual es otra gravísima y alarmante situación porque no se registró ni siquiera un intento de sus propias comunidades para detener esas conductas vesánicas.Otro punto, que me parece relevante, es el hecho de que no se dio por parte de las autoridades un seguimiento desde el inicio de las denuncias o demandas que se presentaron en cada caso y cuya omisión hizo crecer esa conducta al grado de sacrificar en plena vía pública a Luz Raquel y a Margarita.Por igual, se advierte esa tendencia que rebasa nuestra indignación, coraje e impotencia de hostilización permanente a las mujeres que ha desembocado en la multiplicación del feminicidio. Tan solo en el mes de junio fueron asesinadas 281 mujeres.Nos hemos tardado entonces en actuar con más prontitud y determinación para detener esa tendencia y en si la réplica criminal que acabamos de presenciar enmudecidos y paralizados, que va del caso de Luz Raquel al de Margarita.Igual, es preciso romper ese cerco de inacción de las autoridades responsables en cualquiera de los niveles de gobierno de que se trate, para aplicar una justicia expedita desde los inicios e n que se cometen tales actos de criminalidad, casi indescriptibles, e ir más allá del acostumbrado y conformista modelo de abrir carpeta de investigación, cercar con bandas amarillas, hablar de presuntos culpables y peor aún de permitir que se fuguen los ejecutantes o que se liberen fianzas y eviten subterfugios legaloides o juicios casi interminables.Y desde luego, comprometernos todas y todos para frenar cada vez que sepamos o atestigüemos esas actitudes potenciales en nuestro propio círculo social que puedan detonar en verdaderos infiernos como los que acabamos de presenciar, donde no bastará ya aludir a la indignación y a la impotencia, sea individual o social.



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