La elección del o la próxima Fiscal Nacional, vive sus horas claves. De acuerdo a fuentes conocedoras de los timming del Presidente, este lunes el Primer Mandatario debería elegir de entre la Quina presentada por la Suprema, el nombre que será comunicado al Senado para su ratificación.
En el Congreso está desplegado un lobby feroz en favor de uno que otro candidato. El Gobierno está trabajando en varios nombres a la vez, dado que la fórmula no resulta sencilla, pues debe conjugar dos elementos que no parecieran ir de la mano: el consenso político y la idoneidad para el cargo. Este último elemento, tal vez el más importante, también es el más complejo porque el futuro Fiscal Nacional, por un lado, debe encabezar un proceso de transformación interna del Ministerio Público para salir de la crisis de legimitidad que heredó de la administración Abbott y por otro, hacer frente a una criminalidad cada días más cruda y difícil de contener. Para ello se requiere de un fuerte liderazgo interno y de experiencia en persecución penal.
De acuerdo a lo que se comenta en los pasillos del Congreso, la candidata de la ministra de la Segpres, Ana Lya Uriarte, sería la jefa de Asesoría Jurídica de la Fiscalía Nacional, Marta Herrera. Los características que habría destacado la ministra a distintos parlamentarios como cualidades de elegibilidad de su candidata son: ser mujer y cercana a la izquierda. Esta inclinación política sería uno de los problemas que enfrenta Herrera debido el alto quórum que se requiere para su ratificación, por lo que sí o si se necesitan votos de la derecha, los que estarían reticentes a dar su voto a una candidata cuyas virtudes no sería la idoneidad, sino la cercanía con el Gobierno.
Otro de los problemas que enfrenta Marta Herrera es el de liderazgo al interior de la institución. Desde el mismo día en que venció el plazo para postularse a Fiscal Nacional, la Asociación de Funcionarios y Funcionarias del Ministerio Público emitieron una dura declaración pública donde repararon en el mal clima interno que supondría su llegada y por consecuencia una profundización de la crisis, ya que es vista al interior de la Fiscalía como la continuidad de la mala gestión de Jorge Abbott. Entre los fiscales tampoco despierta simpatías, donde su principal problema es que se bien lleva muchos años en el Ministerio Público, no es fiscal y no lo ha sido nunca.
