Educación parvularia y género – El Mostrador



La Subsecretaría de Educación Parvularia es la entidad que diseña y define la política de fortalecimiento del nivel inicial en Chile, entregando las orientaciones y el marco regulatorio, facilitando el derecho a una educación de calidad en todos sus niveles (sala cuna, nivel medio y transición). Su foco principal es aportar a la construcción de una educación pública, pluralista e integradora, apostando por una educación para toda la vida de los niños y niñas entre 0 y 6 años. 
Este año se anunció un cambio de paradigma para la Educación Parvularia, se propuso una Hoja de Ruta 2022-2026 que se basa en cuatro principios fundamentales: feminismo, descentralización, transición ecológica justa y trabajo docente. Además, esta hoja rescata el concepto de Kínder a través del programa “Más y mejor Kínder” y se retoma la concepción del “juego” con más fuerza. Con el propósito de avanzar hacia la construcción de un país más justo e inclusivo desde la primera infancia, está la propuesta de una educación feminista como uno de sus ejes centrales. 
Si bien las Bases Curriculares de la Educación Parvularia no son explícitas en abordar el principio de “educación feminista o feminismo”, es clara en revelar a los niños como sujetos de derecho, lo que implica que ejercerán sus derechos y deberes de acuerdo con su edad y grado de madurez. Lo que se traduce en que desarrollen una autonomía progresiva, que los adultos respeten el interés superior del niño, el derecho del niño a ser oído y que su opinión sea tomada en cuenta. Concebir a nuestros niños como personas singulares y diversas entre sí, personas en crecimiento y desarrollo de todas sus potencialidades (biológicas, psicológicas, emocionales, socioculturales), que interactúan con su entorno natural y sociocultural acorde a su edad, características del desarrollo y ritmo de aprendizaje. 
Por tanto, al hablar de feminismo en la primera infancia, la pregunta es: ¿cómo concebir este principio? ¿Cómo desarrollarlo en el currículum? Esto, dado que la realidad nos recuerda cada día que el sistema está lleno de estereotipos que marcan profundas diferencias entre la mujer y el hombre. En esta etapa del desarrollo infantil, aún no se ha alcanzado un nivel cerebral complejo, los niños van aprendiendo y asimilando experiencias asociadas a un rol estereotipado por sexo, ya sea por medio del juego, los juguetes, los colores, la literatura infantil, a través de la observación y vivencias de su entorno familiar y social, entre otras. Inevitablemente las niñas van asumiendo tareas, moldes y roles que se atribuyen al sexo femenino, los que finalmente se convierten en referentes de comportamientos que se relacionan y se interpretan como conductas naturales.
Al respecto, la OMS se ha comprometido en promover la igualdad de género, centrándose en poner fin a la violencia de género, promover la salud y los derechos humanos y el empoderamiento de las mujeres y las niñas en todo el mundo. Algunos datos sobre la participación de niños en Educación Parvularia en 2021 señalan que el 51,45% de las niñas asisten a este nivel, mientras que esta cifra alcanza al 52,27% en el caso de los niños, por lo que se observa que no hay grandes diferencias de sexo. Mientras que los adultos a cargo, ya sean educadores o asistentes de Educación Parvularia, son representados mayoritariamente por el sexo femenino, asimismo las instituciones formadoras continúan matriculando casi en un 100% a mujeres, salvo algunas excepciones, por lo que se puede señalar que la educación de nuestros niños y niñas está en manos del género femenino y su legado.  

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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