Líderes espirituales y abuso sexual infantil



Recientemente hemos sido testigos de hechos de transgresión en la esfera de la sexualidad llevados adelante por el Dalai Lama, en el contexto de un evento público, y con enorme cobertura internacional por parte de los medios de comunicación. Hechos como estos se ejecutan traspasando los límites corporales de sus víctimas y abusando de la ascendencia que otorga el rol y la diferencia de edad, lo cual constituye una manifestación de abuso de poder que genera efectos nocivos a corto y largo plazo.
La investigación en abuso sexual infantil demuestra los graves daños físicos, psíquicos y sociales que pueden acompañar a las víctimas de estos actos a lo largo de su desarrollo, exponiéndolas además a un mayor riesgo de sufrir una nueva victimización, tanto en la infancia como en la vida adulta. Pero en casos como el mencionado anteriormente, se suma un particular efecto, denominado “daño espiritual”, en el cual se merma el sistema de creencias y la cosmovisión de quienes han sido vulnerados por representantes de la iglesia o credo en el cual depositaron su confianza y desarrollo espiritual. 
Como se observó en la investigación “An Exploratory Study on Mental Health, Social Problems and Spiritual Damage in Victims of Child Sexual Abuse by Catholic Clergy and Other Perpetrators”, la disminución extrema de la creencia en Dios debida al abuso, constituye un predictor importante para la mayoría de los problemas sociales y de salud mental de los casos estudiados.
Frente a estos hechos, se puede ceder a la tentación de minimizar lo ocurrido o recurrir en un relativismo cultural aludiendo a las costumbres en otras latitudes, lo cual termina por atenuar la responsabilidad del autor. Sin embargo, debemos recordar que la Convención Sobre los Derechos del Niño ha sido ratificada por todos los países del mundo (excepto Estados Unidos). En ella se consagran los derechos que debemos resguardar para todos los niños, niñas y adolescentes, son acuerdos internacionales aplicables de manera universal, sin importar en qué lugar del mundo suceden las vulneraciones, o quien las perpetra. 
Junto con la tendencia a la minimización, sorprende que las imágenes del niño afectado puedan estar circulando ampliamente en medios de comunicación. Considerando la elevada victimización secundaria que esto produce, es necesario resguardar la intimidad y la dignidad de las personas afectadas, especialmente en el caso de niños, niñas y adolescentes.
Disminuir las altas tasas de victimización infantil exige una postura clara por parte de la ciudadanía y las instituciones, que asuma finalmente una perspectiva de derechos de la infancia y la adolescencia como componente esencial de la vida en sociedad.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



Source link

Related Posts

Add Comment