Fito Páez se despidió de su gira “El amor 30 años después del amor”



Lanzado en 1992 pero tan palpable en 2023. Pocos álbumes lograron capturar la esencia de una generación y resistir el paso del tiempo como lo hizo “El amor después del amor”. No hace falta ponerse a investigar números, ni cantidad de reproducciones: los 60 shows en conmemoración de sus treinta años son una prueba de ello. La inmortalidad del disco ya es un hecho. No importa cuánto tiempo haya pasado desde su debut, sigue siendo capaz de despertar en aquellos jóvenes, hoy adultos, las mismas emociones que en sus inicios. Con una perspectiva diferente pero, de seguro, igual de apasionada.16 de diciembre. El final del año se acerca, y el tour “El amor 30 años después del amor” también llega a su fin. El público platense se preparaba para arder desde un buen rato antes. Entre cantos y silbidos, la euforia comenzaba a concretarse. La ansiedad entre los que ingresaron desde temprano era notoria, aunque para nada novedosa. La experiencia de un concierto de Fito Páez era algo con lo que la mayoría de los presentes ya estaba familiarizado. Según los relatos de los más veteranos, el clima que circulaba por el Estadio UNO era muy similar al recital que otorgó en el verano del ’92, en el marco del festejo de los 110 años de la capital bonaerense. Poco después del estreno, de lo que hoy es, el disco más vendido de la historia del rock argentino.Tan sólo unos acordes bastaron para que el público estallara en gritos. Una multitud imparable. Ni siquiera los 30 grados impidieron los saltos que recibieron al primer tema de la noche: “El amor después del amor”. – Si ya te cansaste de leer este titular, no sigas porque se vienen más – Allí estaba él con su traje color violeta, que hace alusión a ese primer Vélez, para confirmar, o mejor dicho, reconfirmar la fidelidad de sus seguidores. El espectáculo continuó con una ola de himnos atemporales como “Dos días en la vida”, canción que cantó junto a la locutora Evelyn Botto, “La Verónica” y “11 y 6”, marcando el comienzo de un show que se prolongaría alrededor de dos horas. Todos fuimos parte de ello. Lo roles estaban definidos y eran muy claros. Los músicos desplegaron todo su talentos; el público, en una sincronía perfecta, respondió con una ovación alentadora.Fito fue, es y será un fenómeno nacional. Y aunque parezca una obviedad, esta certeza se volvía aún más real al escuchar como cada rincón de la cancha entonaba de casi como de memoria todo el repertorio. Es la encarnación misma de la cultura del rock. No lo digo yo, lo dijo él mismo. “Me siento muy representado por la cultura del rock. Soy un hombre de la cultura del rock”, fueron unas de sus primeras palabras, en un concierto que se caracterizó por los cortes a pura charla, donde el cantante compartía conversaciones con el público como si estuviera entre amigos. “En la cultura rock nadie se alarma demasiado. Todo finalmente se diluye entre el paso del tiempo, la risa, la gracia, y lo absurdo de estar vivo”, comentó y prosiguió a invitar a su compañero Juan Sebastián Gutiérrez, más conocido como “Juanse”, al escenario. “Una época donde todo era un poco más”Entre los ’80 y los ’90 el cantante vivió los extremos de la vida. El estar enloquecidamente enamorado, pero a la vez, transitar de las peores tragedias. Llegó la muerte un día y arrasó con todo un vendaval. Sufrir, amar. Emociones que van de la mano y llevaron a Páez a crear esa obra que sigue sonando en las radios de todo el mundo. “Era una época donde todo era un poco más. Era flaco, pero un poco más. Tomaba drogas, pero un poco más”, se abrió ya a mitad de la presentación. “Estaba perdido en aquella ciudad (París), donde no conocía el idioma, muy lejos de mi hogar, mi casa ya había desaparecido. Espero que no suceda lo mismo con este país”, dijo, entre risas, un Fito suelto con rabia política. “Hice esta canción donde está todo lo que a mi me gusta de acá, y del mundo. De ese caldo de lo que era la Argentina, compuse esta canción en una mañana fría de invierno”, relató y empezó a entonar “Tumbas de la gloria”.En cada pausa entre canciones, la multitud mostraba su intención clara: iniciar el reconocido cántico “Olé, Olé”. Sin embargo, en cada intento del público por entonarlo, Fito interrumpía con cortesía, solicitando que se contuvieran. Para él, este gesto le resultaba “avergonzante”, considerando que celebrar de esa manera representaba un contraste demasiado llamativo cuando “el mundo está ardiendo allá afuera”. Sin ceder espacio para que continuaran con los cantos, el artista siguió al pie de la letra con esa lista de canciones que lo acompañó por 12 países en el ultimo año y medio. “La rueda mágica”, “Al lado del camino”, “Circo beat” y “Brillante sobre el mic”, fueron algunos de los rockanroles que sonaron en el estadio, y que avecinaban ese momento que nadie quería que llegara: el fin de la gira. El clímax se alcanzó con “Ciudad de pobres corazones”, donde el guitarrista Juani Agüero desató un frenesí con su solo, inyectando una dosis extra de energía rockera a ese clásico de los años ochenta. La formación se completó con un elenco de músicos excepcionales: Emme, cuya voz deslumbra como vocalista principal; Diego Olivera, a cargo del bajo; Gastón Baremberg, marcando el ritmo desde la batería; Juan Absatz, añadiendo matices desde los teclados y coros; Vandera, con su maestría en la guitarra y sus coros; Alejo Von Del Pahlen, elevando las melodías con su saxofón; Manuel Calvo, enriqueciendo el sonido con su trombón; y Ervin Stutz, aportando su destreza en la trompeta y el flugelhorn.Sin duda, lo mejor tiene nombre de clásico. Y esos hits se guardaron para el final. “A rodar”, “Dar es dar”, “Mariposa Tecknicolor” y “Y dale alegría a mi corazón” (a capela) fueron los encargados de ponerle un punto final al espectáculo. La atmósfera era una fiesta completa, un concierto que representaba el culmen de una gira que abarcó ciudades como Nueva York, Miami, Caracas, Madrid, Barcelona, Montevideo y Santiago de Chile. Se cantó como si no hubiera amor después del amor. La dualidad atemporal de ese sentimiento, que persiste y resurge una vez más en La Plata, una vez más junto a Fito.



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