Un método de extracción con impactos ambientales y sociales negativos



Ciudad de México.- Después de la aprobación de la reforma energética propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto, se abrieron nuevas posibilidades de inversión privada, tanto nacional como extranjera. La Secretaría de Energía, a cargo de Pedro Joaquín Coldwell, puso énfasis en la necesidad de producción de petróleo y gas natural en yacimientos no convencionales, en un contexto de franco declive de los niveles de producción de petróleo convencional de Petróleos Mexicanos (Pemex).
La técnica utilizada para la extracción de petróleo y gas de lutitas (‘shale’) en este tipo de yacimientos, se conoce como fracturación hidráulica (‘fracking’), un método que, según diversos científicos, conlleva impactos sociales y ambientales negativos. Cabe destacar que la fracturación hidráulica (‘fracking’) requiere el uso de grandes cantidades de agua para perforar el subsuelo. De este modo, regiones donde hay grandes yacimientos de petróleo y gas ‘shale’ con baja disponibilidad de agua, operan por lo regular mediante ‘trasvases’ (traspasar grandes volúmenes de agua de una cuenca a otra).
De acuerdo con la Alianza Mexicana contra el Fracking, este método de extracción inicia a través de la perforación de un pozo de manera vertical hasta alcanzar la formación que contiene el gas o el petróleo. Luego, se llevan a cabo varias perforaciones horizontales en la lutita, mismas que pueden extenderse por varios kilómetros y en varias direcciones. Ambientalistas acusan que a través de este método se hace una especie de “queso gruyere” del subsuelo.
Mediante estos pozos horizontales, apunta la Asociación, se “fractura” la roca con una inyección de una mezcla de agua, arena y productos químicos a una presión bastante elevada para lograr la salida de los hidrocarburos de los poros. Lo grave, de acuerdo con la Alianza Mexicana contra el Fracking, es que este flujo disminuye en un corto plazo, con lo cual, se vuelve necesario realizar nuevas perforaciones a través de vastas extensiones de tierra.

El uso de recursos naturales para llevar a cabo este método de extracción es alto, de acuerdo con los datos de la Alianza: la perforación de un solo pozo demanda entre nueve y 29 millones de litros de agua. Además, en varios países del mundo donde se ha puesto en marcha la práctica de la fracturación hidráulica (‘fracking’) se han documentado daños sobre la salud (cáncer, mutaciones, alergias, daños a los sistemas endocrino y nervioso, entre otras consecuencias), pues el agua del subsuelo resulta contaminada. No sólo eso, sino que las numerosas perforaciones que se realizan mediante la fracturación hidráulica (‘fracking’) conllevan además el riesgo de producir sismos antropogénicos.



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