Sin apoyo socioemocional solo uno de cada diez jóvenes que no estudian ni trabajan podrá tener empleo fijo


Mixy Jacqueline había abandonado la preparatoria. A los 21 años se había rendido en eso de tener metas. Pasaba los días viendo televisión o en la calle con amigos del lugar donde vive, Ecatepec de Morelos, en el Estado de México, uno de los municipios más violentos del país. Habitando en ese entorno, fuera de la escuela, sin un trabajo y desmotivada como estaba, Mixy era vulnerable a relacionarse con personas que comenten delitos o a empezar a consumir drogas.
Fue su tío el que le habló del programa Jóvenes con Rumbo, de la organización Youth Build México, enfocada en ayudar a muchachos como ella, de entre 15 y 29 años, que están fuera del sistema educativo, sin empleo o con uno precario, en riesgo de involucrarse en actividades ilícitas o violentas o que ya están en conflicto con la ley.
El objetivo es acercar a los participantes a oportunidades escolares y de trabajo, pero asegurándose de que tengan las habilidades socioemocionales necesarias para ingresar y permanecer con éxito en esos ámbitos. Para eso se les ofrece, además de estudios y capacitación laboral, talleres en liderazgo, comportamiento ante el conflicto, autoestima, habilidad para relacionarse y comunicarse, entre otros.
Mixy, por ejemplo, aprendió en esos talleres a desarrollar habilidades de comunicación, a expresar sus sentimientos e ideas y a plantearse metas como volver a la prepa, terminarla y encontrar un área de interés. Fue así que descubrió su gusto por la educación infantil. Con JcR tomó capacitación de asistente educativo y ahora realiza sus prácticas en el Centro Escolar Juan Bosco en el área de lactantes.
Para probar la importancia que tiene una capacitación así en la reinserción y permanencia de los jóvenes en la vida productiva, esta organización evaluó la trayectoria académica y laboral de sus egresados, además de su nivel de habilidades socioemocionales y las comparó con las de un grupo control.
En el estudio se analizó a los participantes que no estudiaban ni trabajaban a su ingreso al programa versus jóvenes con la misma condición y características similares, registrados en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), dentro de un trimestre y año comparable.
El estudio se presenta hoy, a ocho días de la llegada de la nueva administración federal, que tiene como uno de sus programas insignia el de Jóvenes Construyendo el Futuro, en el que el gobierno les otorgará una beca mensual de 2,400 pesos para cursar la universidad y de 3,600 para capacitarse en un centro de trabajo. Pero no habla de la parte socioemocional.
Entre los hallazgos del estudio de JcR se encontró que casi 8 de cada 10 de sus egresados consiguieron un empleo con contrato laboral, a diferencia de los jóvenes de la ENOE, donde solo 1 de cada 10 tiene un trabajo fijo. La desocupación de los beneficiarios del programa pasó de 100% a 19%.
La diferencia entre el estatus ocupacional de estos dos grupos se observa, en mayor medida, en la proporción de jóvenes beneficiarios que se reinsertaron en el sistema educativo (40% JcR vs. 5.8% ENOE). Respecto al trabajo (combinado o no con el estudio), se observa una diferencia de 8 puntos porcentuales, que favorece a JcR.
Para lograr la reinserción social de los jóvenes, el modelo de la organización trabaja de manera intensiva cinco componentes: habilidades para la vida, liderazgo y rehabilitación comunitaria, educación, capacitación para el trabajo y acompañamiento y plan de desarrollo personal.
Todo esto en tres modalidades: Centros de Juventud, un programa con una fase de aprendizaje de seis meses en el que los participantes avanzan en su trayectoria educativa y fortalecen su resilencia y habilidades para la vida y la empleabilidad, al tiempo que reciben capacitación técnica para el empleo y apoyo para su inserción laboral o escolar. Aquí se atienden a jóvenes de entre 15 y 25 años que están fuera de la escuela y que, por lo general, presentan otras condiciones de riesgo como consumo de drogas, comportamientos violentos, pertenencia a pandillas o conflicto con la ley.
Otra modalidad son las Preparatorias de segunda oportunidad, dedicadas a jóvenes de entre 18 y 30 años que no han completado su educación media superior. Al concluir, obtienen un certificado de bachillerato, reconocido por la Secretaría de Educación Pública, y dos de capacitación técnica. La organización trabaja con los graduados para insertarles en oportunidades de empleo y de continuidad educativa.
Construcción, la tercera modalidad, tiene como enfoque brindar capacitación técnica en el sector de los oficios de la construcción, para que los egresados puedan reconstruir o mejorar bienes comunitarios como parques públicos o vivienda. Este programa es para jóvenes de entre 17 y 29 años que están fuera del sistema educativo y sin empleo. La fase de aprendizaje dura entre tres a cuatro meses.
Actualmente, JcR trabaja en siete ciudades mexicanas: Tijuana, Baja California; Monterrey, Nuevo León; Ciudad Juárez, Chihuahua; León, Guanajuato; Ciudad de México; Ecatepec, Estado de México y Atlixco, Puebla. De 2013 a la fecha, el programa ha atendido a cerca de 14 mil jóvenes, de los que 4 mil han formado parte del modelo intensivo enfocado en la inserción laboral y educativa.
Los resultados socioemocionales de la evaluación:
• Los jóvenes de JcR muestran 36.3% más competencias personales y sociales que el grupo de control.
• Tienen 4.9% más consistencia del interés, perseverancia del esfuerzo y ambición.
• Muestran 7.4% mejores habilidades de autoeficacia en el uso de alternativas a la agresión.
• Además se observó que los jóvenes del grupo control presentaron un deterioro, lo cual prueba que sin una intervención adecuada sus condiciones de riesgo se profundizan.



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