translated from Spanish: El fin de Maduro está ad portas

EL 23 de febrero será  un punto de quiebre en Venezuela. La ayuda humanitaria entrará a territorio venezolano, “por la razón o la fuerza”. No hay más opciones. Y ello implicará el fin de la narco cleptocracia, encabezada por Nicolás Maduro. Que dicha ayuda entre por la razón o por la fuerza dependerá exclusivamente de Maduro y de las fuerzas armadas venezolanas(FAV).
Si éstas dejan entrar dicha ayuda, al margen de las órdenes de Maduro, querrá decir que Maduro y su élite ya no controlan las FAV. De facto, éste perderá así lo único que lo sustenta en el poder: la fuerza de las armas.
Efecto: el régimen se extingue. Pienso que ésta es la salida más probable, por cuatro razones :
i) el grueso de la tropa y mandos medios de la FAV no está con Maduro;
ii) es muy difícil que la FAV dispare en contra de su propio pueblo y de sus compañeros militares exiliados, quienes acompañarán físicamente el ingreso de la ayuda humanitaria;
iii) impedir la entrada de esta ayuda humanitaria afecta negativamente a las propias familias de los militares;
iv) la sublevación militar contra Maduro tiene un costo para la FAV inconmensurablemente menor que la otra opción, que expongo a continuación.   
En efecto, si, por el contrario, Maduro lograse que las FAV impidan la entrada de la ayuda humanitaria, entonces la ayuda humanitaria ingresará por la fuerza, con el apoyo directo de las FFAA de Brasil y Colombia , respaldado por EEUU. En este caso el fin será más sangriento, pero inminente: la FAV no tiene capacidad para resistir un ataque armado de esa naturaleza, más allá de unas pocas horas. Eso lo saben bien las FAV.
Bajo esta segunda opción la FAV quedaría desprestigiada ante su propio pueblo, ante la comunidad internacional de países democráticos, y ante las FFAA de sus países vecinos. ¡El peor escenario para la FAV! No creo que éstas se presten a tal escenario.  Pero, bajo cualquiera de las dos opciones, el resultado será el mismo: el fin de la dictadura venezolana.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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