Recrudecimiento de la pandemia: cómo detectar si tu mente está sufriendo los efectos y qué hacer para sobrellevarlo


Cuando en junio de 2020 se vivía el hasta entonces peak de la pandemia, 2021 aparecía en el horizonte como un tiempo mejor. Sin embargo, llegó este año, y en marzo se presentaron las peores cifras desde que el covid arribó al país. La esperanza sigue puesta en la vacuna, pero en tanto, suben las cifras de ansiedad y depresión con ya más de un año de encierro e incertidumbre y con el endurecimiento de las medidas de confinamiento.
Un estudio realizado por el Ministerio de Desarrollo Social reveló que una de cada cinco personas mayores de 18 años presenta síntomas de depresión o ansiedad. De ellos, el 26,6% son mujeres y el 15,8% hombres. Actualmente un 84% de los chilenos está en cuarentena, según la Subsecretaría de Prevención del Delito, una medida que evita la propagación del virus pero repercute en la salud mental de las personas.
Alberto Larraín, psiquiatra experto en salud mental y director ejecutivo de Fundación ProCultura, afirma que “esa cifra es tramposa, porque no está tomando en cuenta todas las enfermedades mentales, está aislando sólo dos patologías. Nosotros, teníamos antes de la pandemia y el estallido social, la carga de la enfermedad mental en torno al 23% o 24%. Eso quiere decir que una de cada cuatro personas tenía alguna enfermedad mental en Chile. Post pandemia, la OMS ha proyectado un incremento de más de un 30% (si se incluyeran todas las patologías). Eso significa que llegamos a tener uno de cada tres”.
Además, agrega que los altos índices de licencias médicas son una muestra de la pandemia paralela que se vive en nuestro país. “Esto se ha podido constatar, por ejemplo el último reporte de la superintendencia es que más del 50% de las licencias médicas han sido por salud mental. El Colegio Médico ha dicho que un tercio del personal de salud está con licencia médica por el mismo motivo. Y las clínicas sacaron un reporte que dice que el 25% de su personal también ha estado con licencia médica, donde la mayoría era por salud mental también”, sostuvo.
Atentos a las banderas rojas
Por lo mismo, hay que estar atentos a las alertas que nos muestra el organismo. Según Viviana Tartakowsky, psicóloga y directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Bernardo O’Higgins, hay distintas formas de identificar estos síntomas, pero siempre dependerá de cada persona y de su contexto. “Cada persona, según su rango etario y según sus características, tiene diversos síntomas. Por ejemplo, alguien que tenga una personalidad más ansiosa es probable que esté en esa línea con trastornos de sueño, taquicardia, sudoración, no poder concentrarse. En casos de patologías más complejas, crisis de pánico”.
Ambos expertos coinciden en que no es necesario el apoyo profesional en todos los casos. Salvo si una persona sufre una “crisis de pánico”, por ejemplo. “Es esta sensación como de muerte inminente, más sudoración de manos, mareos. Siempre requieren tratamiento profesional. Otro cuadro es cuando yo de la nada me pongo a llorar”, dice el psiquiatra.
Luego agrega que es necesario pedir ayuda cuando “acciones o condiciones que yo disfrutaba mucho, hoy no las disfruto tanto. Por ejemplo, personas mayores que antes disfrutaban a sus nietos y ahora ya no. Eso es porque podrían estar encubriendo un cuadro depresivo”, advierte. Además en el caso de “tener ideas de desaparecer o tener ideas de querer morir. También si aumenta el consumo de alcohol y de drogas”. El cigarro no, porque el alcohol actúa en el mismo receptor que algunos psicotrópicos y genera esa sensación de bienestar.
La psicóloga explica que en el caso de los niños, los síntomas son diferentes. “Ellos somatizan, entonces les duele la guatita, suben o bajan de peso, se muerden las uñas. Están más irritables”.
¿Qué hacer?
Pese a lo difícil que es sobrevivir en una pandemia hay algunas formas de sobrellevarla. Tartakowsky aconseja que “primero, hay que aceptar que estamos en una crisis social. No hay que negarla. Hay que tener conciencia que estamos en un momento de alta complejidad. Hay que entender que estamos más frágiles emocionalmente”.
Ella explica que es necesario entender que es normal, dentro de la anormalidad, que las personas están más ansiosas, que los hijos no quieren conectarse a las clases. “Entonces, hay que ser muy comprensivos con quienes vivimos”, sostiene.
Por lo mismo recomienda sacar provecho de lo aprendido el año anterior. “Hay que ir identificando las pequeñas cosas que te hicieron bien e implementarlas este año”, agrega.
El psiquiatra, por su parte, asegura que “lo primero es despertarse y preguntarse cómo estoy y en función de eso definir qué es lo que voy a hacer durante el día. Porque si estoy muy cansado, frustrado y con ganas de llorar, no es el día para ponerme a hacer la tesis, por ejemplo”.
Luego aconseja estar enterado de cómo está el círculo más cercano, para saber a quién se puede acudir. “Lo tercero es tratar de establecer una rutina y realizar cosas que nos hacen bien”, advierte y afirma que no se deben consumar cuando nos sobra tiempo, “hay que hacerlas siempre”.
Y por último, recomienda fortalecer las relaciones con las personas que nos entregan seguridad. “Todos tenemos a alguien en nuestra vida que es nuestro espacio de contención. Esa persona puede ser un amigo, la pareja, los papás, incluso la mascota. Con ese alguien tenemos que tratar de tener contacto todos los días. Es importante que esa persona sepa. Hay que decirle: ‘Para mí es importante tener contacto contigo hoy día, porque me tranquiliza, me da esperanza, me alegra’”, concluye.



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