La academia y el emprendimiento como motores de calidad y acceso educacional



Nunca ha sido fácil innovar y emprender en educación, y nunca ha sido más urgente que hacerlo ahora. Los grandes cambios que conllevó el tiempo de pandemia, plantearon desafíos fundamentales a las formas de educar y aprender y muchas de estas transformaciones hoy están dibujando el futuro de la escuela y la educación. 
Estos cambios requieren nuevas soluciones, transversales, pertinentes y escalables. Entonces, ¿cómo innovar para que el sistema escolar pueda aprovechar las oportunidades que plantea este contexto? Una de los procesos que ha sido muy provechoso es el desarrollo de alianzas entre distintos actores, que complementen fuerzas y conocimientos con un propósito común.
En 2017 nos reunimos con el equipo liderado por la doctora Pelusa Orellana de la Universidad de los Andes y esto nos permitió comenzar a colaborar con una innovadora propuesta desarrollada por esta casa de estudios superiores y que a la fecha ha permitido dar grandes avances en la medición de la comprensión lectora. Este sistema Dialect, recientemente reconocido con el Premio Avonni a la innovación en educación, se transformó de este modo un vehículo para construir confianzas y desarrollar un vínculo academia-emprendimiento, que nos ha permitido transformar esta propuesta en una solución real, escalable, donde la tecnología es un aporte concreto y agregará valor a los usuarios.
Esta relación no es fácil. El equipo académico debe estar dispuesto a rediseñar prototipos cediendo autoridad al conocimiento aplicado que la empresa trae a la aventura compartida. Por su parte, el equipo de desarrollo y servicios tiene que estar dispuesto a flexibilizar sus modelos para mantener la calidad de la propuesta original. En esta relación se van creando vínculos y confianzas, que resultan fundamentales a la hora de enfrentar dificultades y buscar soluciones en conjunto.
La capacidad de creación de conocimiento de nuestras universidades es sólida y de calidad y así es reconocido internacionalmente, pero pocas veces se encuentran formas de transferir este capital intelectual más allá de los grupos de estudio y del círculo inmediato de los académicos. El sector privado tiene como desafío el escalamiento y la búsqueda de eficiencia que, en el caso del mundo escolar, signifique impactar positivamente la vida de educadores y estudiantes. Salir del laboratorio y expandir las hipótesis científicas fuera de las aulas universitarias, es también parte de la innovación y probablemente una exigencia.
El éxito de esta relación entre la academia y el sector privado también se está transformando en un importante impulsor para el mejoramiento del sistema educacional, haciéndolo más igualitario en cuanto a oportunidades, calidades y accesos, permitiendo mejorar la calidad de los aprendizajes de todas y todos los niños a través de investigación y una alta cuota de retroalimentación y colaboración permanente.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



Source link

Related Posts

Add Comment