Jamás claudicó



Juan Wiclef era profesor de teología en la Universidad de Oxford, famosa institución educativa en la que había estudiado el doctorado, y traductor al inglés de la Biblia. Látigo fulminante en contra del papa francés debido a que el pueblo inglés entregaba a este prelado cien mil libras esterlinas al año por concepto de diezmos. Se lanzaba con todo contra los frailes, clérigos, monjes y sacerdotes, a los que calificaba de partida de ladrones, perezosos “de mejillas coloradas y mofletudas, e insaciables estómagos, capaces de devorar la comida de familias enteras”.En cada rincón de Inglaterra les gritaba que siguieran los pasos y preceptos de los primeros cristianos, aquellos que pregonaban la bondad y el bien para todos. Los antiguos monjes, les decía, vivían para los demás, en cambio ustedes viven de los demás, explotando al pueblo. Ustedes solo practican una religión para vacas gordas. En Inglaterra muchos sacerdotes eran asesinos y bandoleros. Y barría parejo.El papa Gregorio XI lo quiso quemar con leña verde porque expresó que “cuando los clérigos no viven los mandamientos de Cristo, puede todo cristiano, sacerdote o laico, criticar a tales enemigos de Cristo, aunque se trate del mismo Papa”. Ordenada su detención, esta no fue posible porque el pueblo se interpuso. Wiclif muere el 31 de diciembre de 1384, sin claudicar jamás.



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