La Constitución de niños, niñas y adolescentes 



La imagen de estudiantes eufóricos y perfectamente organizados moviendo los límites de lo posible en octubre de 2018, ilustra de buena forma el Chile en el que vivíamos hace dos años, y del que empezamos a despertar gracias al grito persistente de este y otros movimientos sociales. Al igual que en las manifestaciones del 2006 y 2011, en el 2019 las y los estudiantes tuvieron un rol central impulsando el movimiento ciudadano. Su malestar esta vez no se agotaba en la crítica a un sistema educativo que perpetúa las desigualdades sociales, sino que fue mucho más allá y cuestionó las injusticias que día a día afectan la calidad de vida de las personas en nuestro país. Lejos del mito del joven que no está ni ahí con lo que pasa a su alrededor, las y los estudiantes demostraron, una vez más, su interés por participar en la construcción de un nuevo Chile.
A dos años y medio de dichos eventos, nos encontramos escribiendo la primera Constitución que, luego de aprobarse en el plebiscito de salida, será el primer texto fundamental escrito con amplia participación ciudadana, paritaria y con representación de pueblos originarios.
A pesar de la importancia de este proceso y del interés de las comunidades por informarse al respecto, los resultados de la  encuesta “Estamos Conectados con la Constituyente” (Educación 2020 en colaboración con Ipsos), muestra que existe un bajo conocimiento de este proceso: un 70% de docentes, directivos y apoderados está interesado en la Convención Constitucional, pero menos de la mitad se siente informado. Otro dato preocupante es que docentes y apoderados hablan con poca frecuencia del proceso constituyente con niños, niñas y adolescentes, y pese a que este se valora como hito relevante para la formación ciudadana, menos del 20% declara que se aborda con las y los estudiantes.
En este año que recién comienza, en el que la pandemia sigue afectando el aprendizaje de estudiantes y exigiendo la labor de docentes y directivos que día a día hacen su mayor esfuerzo por adaptarse a la nueva presencialidad, es clave aprovechar las oportunidades que entrega el currículum priorizado, los espacios de participación, y el plan de formación ciudadana para llevar la discusión sobre la nueva Constitución a los establecimientos educacionales. Comprender la propuesta constitucional que se votará en el plebiscito de salida y el papel que juegan las constituciones en la organización de un país; el importante rol que cumplen los movimientos sociales en la organización de nuestra sociedad; la centralidad del debate y la búsqueda de grandes acuerdos en la construcción de un nuevo pacto social, desarrollar pensamiento crítico movilizado a partir de las propias experiencias con la Convención, son algunos elementos que pueden ayudar a dinamizar esta conversación al interior de los establecimientos educacionales.
Las y los estudiantes secundarios jugaron un papel clave abriendo espacio para que por primera vez en nuestro país se discutiera y escribiera una Constitución democráticamente. Es tiempo de abrir espacios en las escuelas para apropiarse del proceso constituyente reflexionando críticamente sobre él, y para acercar a niños, niñas y adolescentes la Constitución que, luego de aprobarse, marcará la historia de sus vidas.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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