De un amigo de mi padre

Es tiempo del inicio del próximo ciclo escolar. El más pequeño, Riguito, empezará su primaria. Otros hijos de amigas y amigos empezarán otros niveles educativos. En el celular, el pasado jueves, salieron fotos de hace cinco años, unas de mi padre con los dos. Esas imágenes y el inicio próximo de clases hicieron recordar al amigo de mi padre, el Tío Ricardo. Su lealtad y amistad con él, van unas líneas que se publicaron aquí, también, hace exactamente cinco años: “…en la amistad, la lealtad tiene que ver con seguir un código de presencia. Un amigo puede no estar cotidianamente, pero se espera que esté cuando es solicitado o llamado para un apoyo, cualquiera que éste sea. Recuerdo que cuando mis hermanos y yo nos fuimos a estudiar a la Ciudad de México, con 14, 16 y 17 años, un amigo de mi padre, desde su época de preparatoria en Mazatlán y después en toda la carrera en la UNAM, fue a visitarnos: el tío Ricardo.Nos invitó a comer a los tres hermanos y mi padre. Ahí nos dijo a los cuatro, aunque dirigiéndose a mi padre: “Yo voy a estar para cuando los muchachos ocupen dinero, si ellos tienen un problema, me van a buscar y lo vamos a resolver. Además, cada tres o dos meses, me los voy a llevar a comer y platicar. Lo demás, tú y la Xóchitl se encargan, a mí que no me hablen porque andan tristes o deprimidos, eso ahí ustedes se ocupan, o que vayan con otro tío”.  Y así fue hasta que nos fuimos de la Ciudad de México a finales de los ochenta del siglo pasado.Él ya no está, pero siempre recordaré las idas a comer con el Tío Ricardo, sus consejos como profesionista muy brillante y empresario exitoso. En más de 12 años, sólo dos veces recurrimos a él. Pero las comidas las esperábamos con ansia, esos días él iba por nosotros y nos hacía conocer los mejores restaurantes de la Ciudad de México. Y, a los pocos años, hasta a los bares más antiguos y conocidos de la capital del país. Además, nos contaba sus proyectos como empresario y los riesgos que tomaba en cada acción de negocios. Siempre fue leal a mi padre y siempre estuvo como él lo prometió: nada más, pero tampoco, nada menos” (Lecturas, EL DEBATE, 7/Ago/2016).El tiempo pasa, y hoy, uno mismo es al que le toca estar para los hijos de amigos y amigas. Ojalá, nunca, haya necesidad de estar para una emergencia. Si llega, ahí se ha estado, y debe estar. Lo importante es que ellos emprendan su viaje y empiecen su propio camino a la libertad. De mayoría y democracia Diversos políticos en funciones ejecutivas, legislativas o sólo militantes critican a su oposición cuándo no pueden lograr el consenso para una reforma legal o constitucional. Por ejemplo, hay quienes critican que en Sinaloa el Congreso local no tenga el mismo trato con el Alcalde de Mazatlán, que el que se tuvo, por mayoría, para el exalcalde de Culiacán.Igual, hay quienes critican que el Congreso local, por mayoría, decidió no actuar contra el gobernador de Sinaloa por la sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en el caso de la consulta de revocación de mandato. El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, critica a la oposición en las cámaras del Congreso de la Unión por su moratoria legislativa en materia de reformas constitucionales. Admitiendo que los legisladores afines a su partido no tienen mayoría calificada para aprobar reformas constitucionales.Como se puede observar más allá de filiaciones políticas se crítica a la oposición cuando no se logra tener consenso para que se sume a una iniciativa del gobierno. Así es la democracia. Y, en México vivimos en un régimen político democrático. La mayoría del legislativo local en Sinaloa decide a qué alcalde se desafuera o hace juicio político. Es necesaria una mayoría calificada (dos terceras partes más uno) en el Congreso de la Unión para que haya reformas a la constitución. Así es la democracia, se pierde y gana por un voto. Nada más, pero nada menos. Así sigue siendo hasta hoy en Sinaloa y en México. Punto.Párrafos: De una estrella sonriendo Las líneas del Tío Ricardo, nos llevaron, también, al recuerdo de que hace apenas unos días mi padre cumplió cuatro años de no estar en el planeta. Cada noche se le recuerda siguiendo a El Principito (Antoine de Saint-Exupéry), y, se tiene la certeza de que sonríe desde la estrella que se vislumbra. Y, cada que hay oportunidad de ver las estrellas con Riguito, los dos podemos recordarlo y sonreírle hasta allá en su estrella.



Source link

Related Posts

Add Comment