“El miedo nos mueve y a la vez nos detiene”: bombero de Culiacán




Culiacán.- Sus 20 años de servicio, José Arturo Guevara Casillas lo resume en una frase que es a su vez un acicate como un freno a una pasión desbocada.“El miedo nos mueve y a la vez nos detiene… nos dice ‘espérate, retrocede un poco, evalúa otra vez la situación…’”, expresa el bombero con residencia en Culiacán, Sinaloa.Descendiente de una estirpe de bomberos, el sargento segundo de Bomberos Veteranos habla desde una oficina ubicada al suroriente de la ciudad, allá por la colonia 21 de Marzo donde se localiza la estación, repleta de equipo de protección. “Tengo la fortuna de traerlo de sangre…”En la víspera del Día Nacional del Bombero el “tragahúmo” hace un recuento de su trayectoria en un oficio en el que se ha forjado a fuego lento y a “Baño María” desde los 17 años, cuando de tanto acompañar a su padre y a su tío decidió que su destino era el de vivir entre las llamas.“El miedo nos mueve siempre. En una situación de emergencia, siempre vamos a sentir miedo”, subraya.Su estatura monumental y su aspecto de “hombre recio” le impiden flaquear ante el fuego, el accidente o ante la muerte con la que convive en cada servicio.Esos trastabilleos del corazón solo le son permitidos en la soledad de su asueto.
“Al llegar aquí florecen todos los sentimientos que tiene uno… Esto también afecta a la familia…” expresa.20 años de servicio han tatuado a fuego vivo decenas de sucesos, unos gratos pero la mayoría ingratos. Aquellos que como aves de mal agüero revolotean el subconsciente y perturban la vida y la tranquilidad; como aquellos en los que el servicio lo enfrentan con la muerte de algún infante, de niños que apenas nacen a la vida. O como aquel de noviembre de 2010 que es como un tabú porque de ese poco se habla. El que pervive en la memoria porque su recuerdo quema con la llama eterna la tragedia.El incendio de la tienda Coppel Hidalgo es el que no deja vivir a José Arturo, el que le muerde la lengua para no nombrarlo.“El más grande y con mayor víctimas, pues fue el del Centro. Ese sí es el que nos ha dejado con una enseñanza más grande que cualquier otro servicio”, comenta.El incendio en el que murieron seis empleados de la tienda queda retenida en la memoria del sargento segundo. Lo evade. Y se queda con la frustración, de lo que se pudo hacer y lo que no se hizo por parte de los que acudieron a ese servicio.“Sigue afectando ese incendio, en lo personal sigue afectando. Creo que nos faltó un poquito de, cómo llamarle? De coordinación”.Casado y padre de tres hijos, José Arturo cuenta que cada servicio es una oportunidad de servir, al que acuden siempre con una idea en mente. Siempre esperan un escenario catastrófico al que se acude con el nivel de adrenalina al tope. Si no se encuentra ninguna fatalidad, llega el alivio.Leer más: Mujer es asesinada a balazos en fraccionamiento de Culiacán por un policía estatalJosé Arturo dice no buscar el reconocimiento público. “No nos mueve el que nos reconozcan… Los únicos que nos reconocen son los amigos que tenemos, y a veces nos tiran a locos”, comenta. Autos “vuelan” en Mazatlán por nuevo tope en Zona Dorada



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